Lestat de Lioncourt
¡Me alzaré! Buscaré entre las ruinas
que has dejado. Me alimentaré del dolor que me has provocado.
Terminaré conmovido y agitado. ¡Sé que lo haré! Y cuando
encuentre la luz, esa que me queme los ojos, sabré que encontré el
camino hacia el triunfo. Saborearé las mieles de la gloria mientras
un Aria expande el pecho del soprano.
¡Sí! ¡Lo haré! Llorarás porque ya
no estoy a tu lado y te desprecio. En estas tablas, bajo este techo y
entre estas cortinas que ya comienzan a estar cubiertas de polvo. Ni
el fuego ni el horror. Ni el dolor ni la tragedia. Nada me impedirá.
Nada logrará que tus lágrimas no aparezcan ante el atronador canto
de mi violín.
Tú llorarás cayendo por el precipicio
oscuro al cual me arrojaste. Me bañaré en tu dolor hasta quedar
satisfecho. Quedaré embriagado, complacido y henchido mientras
sufres la perversa agonía que yo noto aún arrastrando a mi alma.
¡Púdrete Lestat! ¡Púdrete en mi
purgatorio particular!
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