Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

jueves, 24 de abril de 2014

El amor y odio

Arion quiere demostrar que el amor puede al odio. Además, la comprensión es inteligencia emocional. 

Sobre Petronia ¿qué puedo decir? No es tan mala como Quinn la pintan. 

Lestat de Lioncourt


La observaba completamente ensimismado. Sus manos eran hábiles, pero no tenía prisa en grabar aquel retrato tan fidedigno como hermoso. Petronia intentaba apegarse a la realidad de viejas obras, leyendas y en ocasiones imágenes que podía contemplar en plena oscuridad, en el silencio y abrigo de la noche. La nocturnidad les ofrecía a todos ellos un punto terrible, mágico y perfecto de un mundo misterioso y violento. Ella navegaba entre las turbulentas aguas de sus sentimientos y en ocasiones, no siempre, conseguía cierta inspiración que la doblegaba e impedía que pensara en algo más que en terminar el proyecto.

Quería hablar, pero interrumpirla sería despertar al dragón. Se aproximó a ella con cuidado y observó el rostro de la joven que destacaba en el coral. Había elegido coral blanco y oro para el marco que llevaría. Era una obra difícil, pues quería marcar en ella cada milímetro de expresión de aquella joven. Un camafeo de más de cinco centímetros que podría ser algo pesado, pero sin duda merecería la pena llevarlo.

—La vi hace unos días—dijo sin apartar la vista de la joya—. Aunque realmente no sé si es mujer.

—Sé quien es—había reconocido los rasgos y aquello despertó la curiosidad en Petronia.

—¿Qué?—se giró hacia él y dejó las herramientas, el coral y todo lo que estaba haciendo—. Habla maldito inútil.

—Por como va vestido siempre parece una mujer, realmente su alma pertenece a un lado femenino muy intenso. ¿Tampoco te has atrevido a leer su mente? Es como si desearas saber sus secretos, pero a la vez temes romper la magia—ella le miraba con ciertos celos, pero la curiosidad no se iba de su lado—. Vive a pocas calles del barrio más humilde de la ciudad y...

—¿Te ves con ella?—dijo mirándolo con cierta furia contenida.

—Me recuerda a ti y estuve a punto de contarte que quizás podías darle cobijo. Juro que no me pondré celoso ésta vez. Esa joven te necesita, Petronia. Vive tu mismo calvario y sólo tiene veinte años—su voz era sedosa y sosegada. Parecía querer calmarla, pero realmente sólo hablaba con la confianza y el amor que siempre le mostró.

—¿En qué te recuerda a mí?—su voz sonó quebrada, aunque no quiso mostrar sentimiento alguno.

—Tu dolor. Te llamaban monstruo por tener ambos sexos y te humillaban llevándote a casas de citas, no sin antes intentar matarte en el circo cuando eras tan solo una niña. Sé que has sabido superar ese coraje y dolor, pues usas tu apariencia de hombre para cubrir tu lado más frágil. Y no es porque seas una mujer débil, sino porque sigues siendo sensible. Si no fueras sensible y realmente sólo fueras un monstruo, cruel y despreciable, tan sólo sabrías traer odio al mundo y nunca harías nada tan hermoso como éstos camafeos. Petronia, veo en ella el mismo dolor. Tómala como ayudante, enseña a ese corazón dolido que el amor es posible y cuando lo hayas conseguido decide si quieres darle una nueva vida. Pero al menos, por favor, ofrécele un trabajo que no sea miserable—sus ojos oscuros se fundieron en los de ella y sintió que el lazo de unión de ambos volvía a fortalecerse.

Ella quiso llorar, pero sólo sonrió y giró su rostro hacia sus herramientas. Petronia ya lo había decidido. Buscaría a la joven, la cual temía aceptar su verdadera condición por miedo a represalias, y le daría un hueco en su vida. Arion la comprendía mejor que cualquier otro ser, pero eso no se lo diría. Él quedó a su lado examinando su trabajo y tarareando viejos poemas como si fueran canciones.

Con el amor se llega lejos, pero con el odio jamás se prospera. Aquellos que la despreciaron, humillaron o simplemente se burlaron de sus palabras yacían muertos y enterrados en cenizas. Ella, gracias al amor y la comprensión de su maestro, había logrado superar dificultades. Quizás podría tener una nueva empleada en su taller, sí... quizás sí.


“Y ella decidió ser mujer para él, pero seguir ejerciendo su fuerza masculina en el taller. Se veía hermosa incluso desaliñada, sucia y con las uñas destrozadas por los útiles que a veces requerían las piezas más duras y hermosas. Perlas, nácar, conchas, oro, diamantes, zafiros, plata o cobre... no importaba, todo caía en sus manos y su imaginación volaba. Él la buscaba, se hundía en su mente y la codiciaba. La vestía con ropas elegantes, hacía que su cabello luciera como si fuese el de una diosa y la veneraba con poemas románticos que jamás logró decir antes. El amor lo puede todo. El odio sólo condena a las almas a revolcarse por el Tártaro.”

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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt