Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

jueves, 29 de mayo de 2014

Experimento 036

Este maldito hijo de puta de Armand me las pagará, pero de momento os dejo lo que he logrado quitarle de su libreta. 

Lestat de Lioncourt 


Experimento Número: 036
Nuevos tipos de tortura psicológica y su eficacia.
Fecha: 28/5/2014
Lugar: New Orleans
Sujeto en estudio: Lestat de Lioncourt

Descripción:

Someter al sujeto de estudio a numerosas fuentes de sufrimiento psíquico y medir la intensidad de su respuesta en furia, depresión, terror o dolor. Las pruebas se harán en un recinto cerrado, sin que el sujeto en cuestión conozca los motivos y siempre con carácter científico.

Para el estudio se requiere alguien voluble, que se caracterice por mostrar sus sentimientos y que no le importe arriesgar su vida. Como no se ha podido encontrar a un estúpido que tenga el mismo nivel intelectual que una patata, ya que es casi imposible, he decidido emprender una labor de investigación científica usando a un viejo conocido. Sé que entraña riesgos de ser descubierto, pero eso es lo más excitante.

Objetos a usar:

Libros, poster promocionales, audio y merchandaising de las obras más abominables de la literatura actual: Crepúsculo, 50 Sombras de Gray y Dios vuelve en una Harley.

Informe:

La noche del 26 de Mayo del presente año decidí que era el momento oportuno. El servicio habitual de la mansión, en su totalidad por supuesto, se encontraba de vacaciones debido a deseos explícitos de Lestat. Sólo una persona se encontraba en el hogar y ese era el chofer de la limusina, el mismo que yo pedí que se regresara a su hogar después de una cuantiosa suma de dinero. Cabe destacar que el chico pensaba que le daría una “grata” sorpresa a Lestat, así que no ha roto su vínculo de lealtad aunque, tan sólo es una suposición por supuesto, mi viejo amigo no lo verá de ese modo.

Entré en la vivienda acompañado de Benjamín, mi habitual ayudante, y dos compañeros mortales. Decidimos distribuir por toda la vivienda los diferentes objetos y cambiar los libros favoritos de Lestat por los ofensivos hacia su persona —están en la lista de “Objetos a Usar”— y que personalmente escogí porque sacaría de sus casillas a cualquiera con dos dedos de frente. Dato: las adolescentes sin demasiada cultura, con problemas de lectura y de escaso nivel intelectual no cuentan en “dos dedos frente”. También cambiamos la música clásica y los discos de rock por la banda sonora de la película Crepúsculo, audiolibros y diverso material sonoro; en su sala de arte, la cual para él es un templo de meditación y regocijo, he dispuesto imágenes y distinto merchandaising de las distintas obras añadiendo algunas otras, aunque no muchas, de otros libros que también detesta como “El ocho” y novelas de Cohelo.

Pasada la media noche escuché sus pasos acercándose por el camino de gravilla. Venía en compañía de su más fiel amigo —Mojo— que uno de mis acompañantes distrajo mostrándole unos sabrosos chuletones. El pobre perro no tenía porque visualizar ciertos horrores, pues con el sufrimiento de nosotros cuatro al colocarlos y conseguirlos había suficiente dolor, así que decidimos quitarlo de la ecuación.

Lestat fue directamente a la biblioteca tarareando una canción de Judas Priest, concretamente Breaking The Law, meneando la cabeza y quitándose la chaqueta para correr al escritorio y sacar un cuaderno. Después de unos minutos escribiendo una carta, posiblemente alguna lista estúpida sobre cosas que desearía hacer en los próximos días o cualquier poema de tres al cuarto, decidió relajar su cerebro con un poco de música. Tomó el CD que supuestamente era de “Megadeth” pero se llevó una asombrosa sorpresa, era un audiolibro de Crepúsculo.

Con decisión tomé la libreta y anoté el gesto horrible de su rostro. Quitó aquel CD y puso otro, otro y luego otro. Cuando creyó volverse loco corrió a sus libros favoritos, esos que le causaban diversas emociones y ratos de placer, pero se encontró con la trágica situación inicial que con la música. Noté como me buscaba, pues sentía mi presencia, pero no lograba dar conmigo. Me encontraba tras una pared falsa, uno de esos pasadizos que aún no había logrado encontrar y que yo había dado con ellos; pues el aburrimiento, y mi alto coeficiente intelectual obran milagros.

—¡Dónde estás! ¡Devuélveme la música y los libros! ¡Ven aquí sucia rata de alcantarilla! ¡Te juro que cuando te agarre maldito enano voy a destrozarte! ¿Recuerdas esa vez? ¿Esa primera pelea? ¡Sí! ¡La pelea en París en la que terminaste herido, sin sangre y con la cara destrozada! ¡Así vas a quedar maldito engendro!—anoté, por supuesto, que veía furia y desesperación en sus palabras, así como odio profundo y ganas de venganza.

Se giró buscándome por toda la sala, pero no me halló. Decidí desplazarme para que me sintiera y así poder guiarle hasta la sala de arte.

—¡Qué!—gritó tras abrir la puerta y encontrarse con aquello. No estaban sus magníficos cuadros, ni sus maravillosos jarrones chinos o sus interesantes esculturas. Nada, no había nada. Bueno, sí había y no era de su agrado—. ¡Dónde están mis cosas! ¡Esto parece la habitación de una retrasada!—exclamó—. ¡Por dios! ¡Amos y mazmorras! ¡Qué asco! ¡Eso ni es erótico! ¡Por el amor de Dios! ¡Maldito cretino!—cayó en la desesperación y comenzó a llorar.

Pero había algo con lo cual no había contado, una presencia especial. Louis apareció en mi campo sensitivo y también en el de Lestat. Mi viejo amigo se acercó a la cristalera y vio como éste quemaba sus preciados libros, destrozaba los cds y vinilos originales, pisoteaba uno de sus cuadros y rompía uno de los caros jarrones. Sentí entonces como Benjamín me tomaba del puño de mi camisa y me miraba con ojos tristes.

—Dybbuk, me los ha quitado. Estaba leyendo y me los ha quitado con una risa muy fea—murmuró sollozando.

No tuve otro remedio que abrazarlo pegándolo bien a mí, acariciando sus rizos negros y suspirando. Ese maldito loco lo estaba estropeando todo, pero Lestat pasó a llorar amargamente y correr al jardín. La pelea se inició y nosotros salimos precipitadamente de allí.

Conclusión:


Es divertido molestar a Lestat, pero definitivamente quien mejor lo hace es Louis.  

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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt