Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

jueves, 29 de mayo de 2014

Fantasmas en el Santuario

Tarquin y Mona quieren hablarnos de algo importante, aunque ella intenta que él no crea en lo que ve.

Lestat de Lioncourt 

Fantasmas en el Santuario.

Caminaba de un lado a otro, con el semblante serio y sus enormes ojos azules clavados en cada una de las estrellas que desde allí se podían ver. Tenía los brazos cruzados sobre su pecho, como en un gran abrazo para perder el miedo, y sus cabellos negros se movían por la suave brisa que se movía entre las ramas. Los zapatos rozaban la hierba que comenzaba a crecer sin impedimento alguno y lejos, aunque no demasiado, el chapoteo de un caimán despertaba su curiosidad.

—Te lo he dicho—dijo mirando las aguas negras—. Te lo he dicho...

—Puede que sean sólo alucinaciones—comentó Mona, que se encontraba tras él con un minúsculo traje blanco con lentejuelas, esperando que se tranquilizara—. Cálmate, no pasará nada.

—Puedo sentirla, puedo... verla—susurró girándose suavemente hacia ella dejando caer los brazos, sintiendo como sus hombros se hundían y sus lágrimas querían salir.

—Patsy está muerta y como mucho, por si quieres calmarte, lo único que podrías encontrar algún día son sus huesos diseminados por el fondo del pantano—explicó abriendo sus brazos para que se acercara—. Abrázame Quinn, abrázame. Tenemos cosas más importantes en las que pensar.

Pero él no se movió. Tras ella estaba su madre, mirándolo como aquella noche y sintiendo su odio, desprecio y rabia. Comenzó a llorar amargamente como cuando era un niño y quería ser abrazado por aquella siniestra figura. Recordó en su cabeza la voz de Patsy, sus canciones y el ímpetu que ponía en ser una estrella; pero Patsy jamás fue nada más que Patsy la loca, la que despilfarraba su fortuna y se negaba a comportarse como una señorita decente.

—¿Quinn?—preguntó acercándose a él para tomarlo del rostro, aunque fue sólo con la punta de sus dedos debido a la estatura, mientras sentía bajo sus pies desnudos la hierba. No muy lejos estaban sus elegantes tacones, su bolso y el fantasma que hacía palidecer a su amante y compañero—. Quinn...

El fantasma desapareció esfumándose, como lo hizo Rebeca tiempo atrás, y entonces se abrazó a ella oliendo sus cabellos, sintiendo que estaba a salvo en los brazos de su bruja pelirroja. Había visto el rostro del odio de nuevo, como si fuese una vieja fotografía que tomaba forma, olvidando por completo el amor que Mona le profesaba. Un amor intenso como el fuego del infierno.


Mona podía sentirla, pero si no se había girado o dado importancia era por él. Debía olvidarla, no enfrentarla. Cuanto más obviase aquella presencia, la cual se anclaba a la tierra por odio y sed de venganza, antes podrían seguir con sus vidas. Había cosas más importantes que viejas rencillas familiares con una mujer que siempre lo despreció.  

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Lestat de Lioncourt