Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

viernes, 2 de mayo de 2014

Señorita Blackwood... adiós.

El día 4 es el día de las Madres y por lo tanto estamos creando un pequeño homenaje a varias de las madres de todos nosotros en ésta semana. 

Hoy le tocó a Tarquin


Lestat de Lioncourt 

Se aproximó hasta la orilla con las manos metidas en los bolsillos. Su larga y espigada figura destacaba entre los gruesos troncos de los centenarios árboles, éstos tenían las ramas vencidas casi hasta la orilla, la hierba había crecido y rozaba sus elegantes zapatos, pero eso no importaba. Tenía el cabello revuelto y la brisa lo mecía suavemente. Sus ojos, tan azules como un cielo en pleno verano, estaban fijos en las turbias aguas del pantano.

Allí estaba, en el lugar del crimen por así decirlo, como cada noche. Pero aquella era distinta. Por alguna razón esa noche había estado pensando en ella. Sus largos cabellos rubios, el exceso de maquillaje y su estrafalaria vestimenta. Durante años pensó que era su hermana, una prima o simplemente alguien que estaba allí para hacerle la vida imposible. Sin embargo amaba su voz. No podía odiar una voz que él tenía en lo más profundo con buenos recuerdos. La señorita Blackwood, su madre, que nunca ejerció como tal.

—Que miserable fue tu vida, ¿verdad?—sonrió de forma amarga y luego miró hacia el cielo cubierto de estrellas—. Hoy es el día de las madres y he decidido llevar flores a Sweetheart. No es mi madre sino la tuya, pero sin duda lo fue para ambos. Lástima que tú salieras torcida—sacó sus manos de la chaquetas y se acomodó las solapas de ésta—. ¿Te imaginabas terminar aquí? Seguro que no.

El chapoteo de los caimanes ya no le asustaba. Algunos de ellos habían salido prácticamente a saludar. Ellos ya lo conocían y sabía que si venía podía traer algo de alimento, igual que Petronia. Tarquin se giró con elegancia y tomó el bulto que estaba a sus espaldas, quitó la tela y mostró el cadáver de una mujer que arrojó sin contemplaciones hacia los caimanes.

—Acabaste como ella—dijo en un murmullo conteniéndose la risa, pero no pudo—. Maldita estúpida... tú mataste a Pops. Lo llenaste de disgustos y murió.

En ese momento una mano tocó la suya, al girarse vio a Mona que lo había acompañado. Ambos estaban allí en un día tan peculiar. Mona había perdido a su madre en una camilla de hospital después del ataque de Lasher, pero en realidad nunca tuvo una madre. Ella creció a la sombra de una alcoholica, como Tarquin que prácticamente vivió de las esperanzas de una drogadicta. Se entendían, pero al menos Alicia sí quería a su hija a ratos.


—Vamos Quinn, vamos—susurró con un tono confidencial para que él la siguiera hasta el interior del santuario.  

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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt