Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

viernes, 2 de mayo de 2014

La radio - ARCHIVO TALAMASCA

David Talbot nos presenta uno de los archivos sin resolver. 

Lestat de Lioncourt 


Justin Mirror era un hombre de raza negra, de casi cuarenta años, y que hasta el momento jamás había llamado la atención a sus vecinos. Sin duda era una sombra, pues debido a su habitual empleo a penas pisaba su vivienda por muchas horas. Él era el típico que iba a casa para cenar y dormir. A penas encendía la radio, televisión o el ordenador de sobremesa, algo anticuado, que tenía en la sala de estar. Se había divorciado recientemente porque su esposa se cansó de vivir con un fracasado, pues así veía ella a un coleccionista de objetos antiguos que vivía por su trabajo.

Durante varios años se había pasado la vida recogiendo enseres de viejas casas que era reformadas, muchas de ellas vendían algunos muebles y objetos interesantes. También visitaba viejos puestos de antigüedades y casas de empeño. Aquella calurosa tarde de primavera, cuando las flores aún estaban empezando a abrirse y el jazmín bañaba las calles con un aroma inconfundible, decidió pasear perdido en sus pensamientos. Hacía días que había perdido su trabajo y estaba desanimado, algunos de los artículos que había adquirido y restaurado estaban en venta cada día en su porche. Lo que fue por mera diversión ahora era, sin duda alguna, parte de su sustento.

Al pasar por una vieja caserona, la cual estaba abandonada desde hacía una década, se percató que la puerta estaba abierta. Pensó que podría hallar a nuevos inquilinos y comprarle algún objeto, restaurarlo y venderlo ganando algunos billetes.

Justin entró en la vivienda preguntando si había alguien, pero le respondió el eco de su voz. Sobre la mesa encontró una vieja máquina de escribir que le llamó poderosamente la atención y una radio. Pensó que si no había nadie, ni nadie lo veía, podía llevarse esos objetos sin pagar un dólar por ellos. Además, se veía que la casa seguía abandonada y que nadie había siquiera pensado en adquirirla.

Con algo de vergüenza, pues se sentía mal por estar llevándose aquello sin permiso, tomó la máquina de escribir y la radio. Era una radio muy bonita que en otra época había sido la delicia de alguien. Él tuvo una parecida cuando era niño, pero la perdió en una mudanza y jamás encontró otra igual. La máquina de escribir le recordaba a las robustas máquinas de los viejos negocios, donde las cartas y facturas se hacían a máquina y no con los modernos ordenadores.

Al llegar a casa limpió ambos objetos, los observó durante más de una hora y compró su funcionamiento. La radio no funcionaba en absoluto, pero la máquina escribía muy bien. Tenía todas las teclas, estaba bien engrasada y el tiempo no había destrozado su mecanismo interno. Decidió que intentaría arreglar la radio, pues podía encontrar por Internet alguna información, pero eso sería al día siguiente.

Esa noche soñó con la radio, cosa que le pareció curiosa, pero al despertar la escuchó sonando como si estuviera arreglada. Pensó que seguía soñando, sonrió y se echó a reír, pero cuando escuchó el siguiente mensaje sintió un escalofrío que le heló la sangre.

“Vas a morir. Vas a morir. Yo sé que vas a morir. Vendremos a por ti.”

La música que sonaba era de los años ochenta, las cuñas publicitarias eran de esa época y sintió un escalofrío terrible. Se incorporó de la cama y fue a mirar la radio, que se hallaba en la habitación contraria. Tembloroso, con la frente empapada en sudor frío, tomó la radio entre sus manos y compró que realmente funcionaba pero que el botón de apagado seguía pulsado.

Intentó hablar con su ex-pareja durante varios días, pues estaba asustado, pero ella no quiso escuchar. Sus viejos compañeros de trabajo pensaron que se había vuelto loco después de ser despedido. No tenía amigos lejos de la cadena de producción donde trabajaba, se sentía perdido, sus familiares más cercanos habían muerto hacía años. Se encontraba solo y angustiado. Así que se sentó frente a la máquina de escribir y comenzó a redactar la siguiente carta.


“Me llamo Justin Mirror, tengo treinta y siete años, vivo en New Orleans y creo que tengo un objeto maldito. Reconozco que la curiosidad, la necesidad y cierta codicia me han metido en éste lío. Hace algunos meses me quedé sin empleo y decidí vender las antigüedades que he adquirido estos años, las mismas que he arreglado.

Cerca de mi vivienda existe una caserona, la cual tiene aspecto de haber sido abandonada hace décadas. Nunca he visto a nadie viviendo en ella. El césped está descuidado, aunque yo no llamaría a esos hierbajos césped. Los árboles están tronchados porque las ramas pesan demasiado, hay enjambres de abejas y cucarachas muertas por todas partes. La puerta siempre ha estado trancada, pero un día la descubrí abierta.

Pensé que podía echar una ojeada, pues quería comprar nuevos objetos a bajo costo y venderlos después de arreglarlos. Decidí que podía hacer de mi pequeño pasatiempo mi sustento mientras no encontraba nuevo trabajo. Dentro no había nadie, pero sí dos objetos que me parecieron curiosos. Uno es la máquina con la cual estoy redactando ésto, ya que pensé hacerlo por ordenador pero no tengo impresora, y otra es la radio.

La radio no funcionaba y decidí investigar en otro momento como arreglarla, pero al día siguiente al despertar escuché música. Pensé que era un sueño, sin embargo escuché una cuña publicitaria donde me decían que me iban a matar. He escuchado esa cuña cada hora.

Por supuesto he intentado hablar con conocidos, pero todos creen que me volví loco. La que fue mi mujer durante diez años cree que es un intento para que regrese con ella, pues si tengo miedo y problemas podría regresar para ayudarme. Pero no es así. No estoy loco y no es mentira. Realmente escucho esa radio.

La música es de los ochenta, son programas que yo escuchaba de adolescente y juro que cada hora queda en sonido blanco y se escucha esa voz tétrica con un pequeño jingle muy contagioso. No podría definir bien la melodía, pero es un piano algo siniestro.

He escuchado de ustedes y desearía que vinieran a mi casa. Por favor, su organización es lo único que tengo. Estoy desesperado. Envíen rápidamente a un detective de lo paranormal. Necesito que alguien me ayude.

Justin”


La carta llegó a Orden hace varias décadas, pero al remitirnos a la dirección no pudimos hacer nada por él. La radio no se encontraba en la vivienda, pero sí la máquina de escribir y él muerto en la cama. Muchos dijeron que había sido un infarto provocado debido a un gran susto o quizás un gran esfuerzo, pero nadie estaba de acuerdo con ello. No hemos podido encontrar el objeto. De esto hace veinte años el mes próximo.  

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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt