Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

domingo, 22 de junio de 2014

La danza del dolor

El siguiente fragmento de vida es de Nicolas de Lenfent y quiere compartirlo con ustedes.

Lestat de Lioncourt 


Sus pasos hacían eco por la estancia, como si recorriera el campo santo de los infiernos. Tenía los brazos cruzados sobre su pecho, su cabello negro caía sobre sus hombros completamente alborotado y poseía una amargura intensa en su mirada café. Parecía buscar alguna razón, algo que lo mantuviese vivo, mientras la noche lentamente caía. Su violín lo esperaba sobre la cama que ambos habían compartido. Parecía que sólo él, con sus cuerdas y arco, y su propia alma extrañaban los dorados cabellos, la risa explosiva y los ademanes bruscos de Lestat.

—¿Has visto?—le dijo en un murmullo parándose en seco en mitad de la boardilla—. ¿Lo has visto?

Las lágrimas comenzaron a bordear sus mejillas sonrojadas por el vino. Varias botellas vacías, de vidrio verde y grueso, se amontonaban en un rincón y una vela se consumía muy cerca, como si fuese la única que quiera acompañar la escena, señalando a las culpables del estado de embriaguez del músico.

—No debí creer sus mágicas historias, esas estúpidas historias. ¿Cómo pude amar a un mentiroso?—se colocó las manos en el pecho y tiró suavemente de su camisa de chorreras blanca—. ¿Por qué?—susurró con el labio inferior tembloroso, tan tembloroso como su voz—. ¿No vio que él era mi única luz? ¿No comprendió que le amaba? ¿Qué hice yo para merecer el olvido? ¿Por qué no me llevó con él? Él dijo que estaríamos unidos por siempre. ¡Mentiroso! ¡Blasfemo! ¡Fariseo!—explotó cayendo de rodillas mientras se llevaba la mano derecha a los labios, intentando impedir que nuevas agresiones surgieran de sus carnosos labios. La zurda quedó sobre los tablones de madera del suelo, acariciando y apretando las betas—. Espero que los infiernos se abran y tú te encuentres en ellos. Eres el peor de los demonios, pues tu presencia es de encantador ángel y el pecado que he cometido contigo es el mayor de todos.


Nicolás alzó la vista viendo el violín, testigo de todo, y sonrió amargamente. Con torpeza gateó hasta él para comenzar a tocarlo. Su cuerpo se alzó como si fuera el de un coloso, comenzó a tocar con angustia y desesperación. Quería calmar sus lágrimas y animar su alma, la cual se retorcía como sus miembros. La danza se inició y sus sentidos despegaban de la turbia realidad. En su mente estaba en Auvernia, en el círculo quemado de las brujas, girando al compás de cada nota mientras Lestat contenía su consternación. Danzaba para él otra vez... danzaba para sí.  

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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt