Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

martes, 29 de julio de 2014

El huésped

El huésped es una historia por entregas que nos dejará David Talbot en las próximas noches. ¿Quieren saber la verdad que hay en los sueños?

Lestat de Lioncourt


Aquella caja contenía varias libretas, algunas con la encuadernación completamente destrozada y varias hojas sueltas. En el interior de cada una existía una correlación de historias, hechos ocurridos a lo largo del tiempo durante siglos, que implicaban a la humanidad en un vínculo poco usual. Conocía bien el origen de cada historia, la fecha en la cual fueron escritas y por supuesto los garabatos de los diversos bocetos llenos de detalles inusuales. Era una locura tras otra, pero una locura real. La persona que lo escribió la tacharon de loco, sobre todo porque muchos de los hechos que describían sucederían décadas después y algunos aún no habían ocurrido. Se suponía que los fantasmas no pueden saber hechos futuros, sólo el pasado y el presente que han estado viviendo. Sin embargo, él conversaba con espectros que acudían en él en busca de auxilio. Sí, él conocía al pobre infeliz que tenía la desgracia de tener tan maravilloso, y peligroso, don.

El nombre del joven era Jerónimo Snow. Snow era un chico delgado, de ojos hundidos debido a las ojeras que siempre tenía, de piel alarmantemente pálida, labios carnosos y rosados, manos delicadas y que veía habitualmente ropa oscura. Siempre parecía estar de luto. Sus cabellos negros, largos y sedosos caían en cascadas onduladas contra sus pómulos marcados, su largo cuello y sus hombros hasta prácticamente su cintura. Solían burlarse de él continuamente, pero hacía oídos sordos a cada crítica y juicio precipitado. Habitualmente se sentaba frente a su escritorio, tomaba una de sus libretas y narraba sus sueños. No podía dormir tranquilo. Cuando cerraba los ojos vivía otras vidas, veía otros mundos y saboreaba cada instante como si fuese el último. Se podía decir que su mirada era sabia y vieja debido a todo lo que había sucedido en su día a día. Y a pesar de amar soñar, como era de esperarse para cualquiera que tuviese sueños tan extraordinarios, no descansaba. Al despertar se sentía agotado y parecía desganado. Sin embargo, también tenía un apetito voraz y una sed imperiosa.

Talbot había investigado durante décadas su caso. Cuando se conocieron en persona el muchacho tenía casi treinta años y en veinte años no había dado con la solución. Ya no era un joven, sino un hombre adulto. No le asustaban los monstruos de los cuales podía hablar, ni del desarrollo de los hechos en su vida en cada sueño, pero sí le inquietaban los fantasmas que se aparecían frente a frente.

»—Todo ocurrió cuando contaba con nueve años. Una noche me desperté y observé por la ventana. El cielo parecía más oscuro y perverso que en otras ocasiones, las ramas de los árboles se agitaban y la tormenta estaba a punto de descargar toda su furia. Había relámpagos y truenos, los cuales me hacían temblar, y un silbido debido a la ventisca. Hacía frío y tenía las manos heladas. Casi no sentía los dedos o la punta de la nariz, pues la temperatura había descendido de forma drástica—dijo todo aquello sin pestañear. Su voz era dulce, casi aterciopelada, y tenía un punto femenino que le hacía parecer un ángel. Sí, sin duda parecía un ángel atormentado con las imágenes que Dios le lanzaba. Sin embargo, él se veía a sí mismo como un demonio castigado por Dios. Era un hecho que creía que aquello ocurría porque era malo, pero aún así los sueños eran perfectos.«

David escuchaba siempre sus historias mediante el teléfono, cartas y documentación que enviaba a la Casa Matriz de Londres. El joven era escocés, casi no había salido del pequeño pueblo donde había crecido y no tenía demasiada relación con el mundo. Vivía por y para los sueños.

»—A veces, deseo ser normal, pero luego pienso que entonces sería como todos y eso me asusta—confesó una vez.«

La última vez que se vieron frente a frente David ya era un anciano. No tenía soluciones para él, ni siquiera sabía si las hallaría. Después de todo lo ocurrido con Lestat abandonó todo, pero siguió investigando otros hechos. Snow quedó olvidado. Sin embargo, esa noche tenía frente a él las libretas que le enviaba y algunas más, las que consiguió hacía unas semanas. Era increíble, pero aquel hombre había seguido soñando.


Talbot jamás se lo dijo a la Orden, pues sabía como actuarían. Tenía miedo lo que podía ocurrir con él. Era como un fenómeno de feria. Sobre todo, porque cuando lo veías dormir podías comprobar como sus ojos se movían bajo sus párpados y como te miraba aunque no lo hiciese exactamente. Había algo dentro de él, usándolo. Deseaba llegar hasta el fondo del asunto. Era necesario saber qué era, qué quería y a quién asaltaría. Él había muerto, pero había millones de personas que podían ser el nuevo huésped.  

Observó la letra del muchacho, notó como con el paso de los años se veía más degradada y contenía símbolos que sólo había visto en algunos libros en la biblioteca de la orden. Libros prohibidos para novicios, en los cuales se narraban distintas formas de vida que ya no existían y que se habían refugiado en la oscuridad. Eran espectros que buscaban manipular a las personas y absorber su energía, dejarlos débiles, pero aún ni siquiera sabía a ciencia cierta que clase de ser se apoderaba de personas con cierto potencial. Todo era tan confuso como aterrador. 

No hay comentarios:

Gracias por su lectura

Gracias por su lectura
Lestat de Lioncourt