Texto dedicado a Daniel Molloy de parte de Armand. Espero que sepan comprender a que se refiere con cada una de sus frases, pues son bastante profundas y meten el dedo en la yaga.
Lestat de Lioncourt
He derramado tantas lágrimas por ti
como gotas de lluvia que caen sobre, la ya húmeda, tierra; sin
embargo, permanezco en silencio sin reproches, como única virtud.
Quizás debería salir huyendo lejos de tu presencia, abandonándote
como un proyecto que jamás logré conquistar o un sueño que se
desvaneció antes de despertar. Sí, quizás. Pero aquí estoy,
frente a ti soportando tu silencio y tus miradas de soslayo. Creo que
pretendes hacerme creer que no sé todo lo que hemos vivido, igual
que se hace creer a los locos que no lo están.
Te ves tan vulnerable como una
mariposa. Pareces hecho para morir de forma hermosa sobre un lecho de
flores y satén, pero te aferras a la vida con una fuerza que jamás
vi en otro. Muchos dicen que si me compadeciera realmente de ti
acabaría con tu vida, la cual se ha transformado en miserable y
tortuosa. ¿Y quién se apiada de mí? ¿Quién lo hará de éste
monstruo? No, no puedo deshacerme de ti.
Hoy has dicho mi nombre tras meses sin
escucharlo, como si fuera una hermosa poesía o un salmo a un Dios
ciego, sordo y mudo. Me he inclinado sobre ti, he besado tu frente
húmeda y me he recostado a tu lado. A veces creo que sí me quisiste
e imagino un mundo donde tú me hablas normalmente, sonríes como lo
hacías en los viejos tiempos y me miras embelesado porque te parezco
muy atractivo. Pero la fantasía acaba cuando comienzas a chillar si
me acerco. He visto el miedo en tus ojos, el miedo que yo te provoco
y que te paraliza.
Daniel... ¿algún día volveremos a
estar juntos? Dime, amor mío, podrá acabar esto en algo menos
trágico. Todos piden amores tan fuertes y cautivadores como el de
Romeo y Julieta, pero no quiero un drama estilo Shakespeare. Yo no
deseo ver mis manos manchadas con tu muerte y la mía. Por favor,
dímelo. Estaré esperando siempre tu respuesta, siempre. Rogaré
siempre a los cielos y los infiernos, allá donde puedan darme alguna
esperanza, de ver esa chispa de vida en tus ojos y el deseo nacer de
tu alma. Necesito tanto un abrazo tuyo, una simple caricia, así como
el eco de tu voz y el aroma de tu colonia mezclada con la nicotina.
Me acostumbré a tenerte y jamás aceptaré que te he perdido.
No hay comentarios:
Publicar un comentario