Quise hacer mi mayor esfuerzo,
convertirte en mi logro personal, pero fallé. Fallé en todo. He
sido descortés, estúpido e impaciente. Seguramente siempre seré
incapaz de reaccionar cuando alguien espera lo mejor de mí. Yo
aprendí a golpes desde que era un niño, tratado como un bastardo en
el castillo de mi padre y he sentido el aullido del lobo demasiado
cerca. La muerte me rondó desde edad temprana, el dolor atenazó mi
corazón y la rabia invadió todo. Vi esa rabia en ti y la
desesperación. Siempre he tenido el don de reconocer un alma
atormentada, porque yo también lo soy. Jamás he dejado de ser un
muchacho atormentado. Me he convertido en la viva imagen del
sufrimiento, de la desesperación, cuando he visto mis sueños
convertirse en humo o papel mojado.
He hecho muchas promesas que no he
podido cumplir. Tal vez lo haga porque me creo lo suficientemente
listo para bajar la luna con mis propias manos, pero no soy más que
un soñador que se queda rozando el aire imaginando que la posee.
Acepto que lo soy. Jamás he dicho que no lo sea. Nunca me he
permitido el lujo de mentir en ese aspecto. Sin embargo, tú
esperabas un héroe de brillante armadura luchando contra dragones y
sólo tuviste a éste enclenque que no supo apreciar tu esfuerzo. Por
favor, lee atentamente mis palabras y no arrugues el papel. No quiero
que me dejes con las palabras en la punta de los dedos, muriendo en
cada trazo que marca mi pluma. Mírame, estoy desarmado y sin otra
oportunidad.
El sonido de tus tacones por mi
apartamento aún es nítido. Puedo escuchar con viveza tus últimas
lágrimas. No sé si has sido sincera, si lloras por esto o por
cualquier otra cosa, pero te prometo que yo sí lo estoy siendo. Me
gustaría abrazarte como un padre y besar tu frente como un Dios
protector, pero no soy más que el idiota de siempre luchando contra
sí mismo. Mi orgullo es demasiado grueso, tiene muchas capas, y tú
has penetrado en ellas llegando a mi corazón. Te juro que es cierto.
Yo te amo y aprecio cada palabra que me dices, me haces temblar de
rabia y también de emoción. Eres mi hija. Para siempre vas a ser
parte de mí quieras o no. ¿Qué puedo decirte? Me desgarra el alma,
me hace temblar de pies a cabeza, cuando te miro. Veo mis errores,
pero también mis virtudes.
Por favor, perdóname por todos los
fallos. No he hecho al mejor de los vampiros, pero sí sé que eres
una de las mujeres más tenaces que hay en la faz de la tierra. Eres
sensual, provocadora y evidentemente, ya que lo has demostrado en
miles de ocasiones, demasiado lista para dejarte engañar por
quimeras o sueños demasiado imposibles. Eres lo que se dice una
perfecta arma de combate, una bomba de relojería, que camina con
unos elegantes tacones y un traje minúsculo. Tan bajita, tan menuda,
tan hermosa y tan libre. ¡Has aprendido a volar antes que a caminar!
Y yo deseaba estar ahí. Quizás es cierto que sólo estoy frustrado,
enamorado de una mujer que no puede ser mía y que tú, mi hermosa
niña, eres capaz de amarme. Pero, mírame, soy el príncipe de los
vampiros y el rey de los idiotas. Lo acepto. Si bien, en el corazón
no se juzga si hay amor posible o no, sólo el sentimiento. Yo sé
que él te hará feliz, también sé que yo te amo a mi modo.
Discúlpame por no saber apreciarte y darte lo mejor de mí, pero
tienes mis brazos siempre abiertos. No importa cuándo o dónde
estés, allí iré si me buscas.
Tu padre, amigo y compañero de guerras
sin cuartel,
Lestat de Lioncourt
----
Dedicado a Mona Mayfair... para que luego digas que el "jefe" no te quiere. Te quiero, imbécil. ¿No lo ves? Te quiero. Todo padre quiere a sus hijos. No soy un insensible.
No hay comentarios:
Publicar un comentario