Armand deja su alma en cada palabra. A veces creo que quiero abrazarlo, pero luego recuerdo que es un tanto psicópata y se me pasa.
Lestat de Lioncourt
Me gustaría decirte tantas cosas que
me callo. Aquellas que me hacen daño. Esas que me han arrancado las
alas pluma a pluma. Cada día que pasa la herida es más profunda y
dolorosa. Es casi insoportable aceptar todo lo que está ocurriendo a
mi alrededor. Me llaman monstruo, me señalan como si fuera un ser
terrible venido de los infiernos, pero a éste monstruo alguien lo
creó y le dio forma arrancándole el corazón. Mi corazón estaba en
tus manos, las mismas que aún permanecen manchadas con mis
sentimientos, aunque tú lo niegues y quieras hacerte el
desentendido.
Lanzar miles de acusaciones al viento
sería imperdonable. Pues ya no importa. Es tarde. Tarde para mí,
para mi alma, para las heridas que causaste y para las palabras que
no dijiste. Cuando me miras siento que guardas terribles secretos,
insufribles mentiras y furiosas palabras que algún día arremeterán
contra mí como cuchillas. Desearía pensar que me amas. Sí, que me
amas. Tal y como dices. Sin objeciones. Un amor puro.
Mi única y mayor lección es el amor.
Te amo, y por eso mismo no puedo detenerte. Soy incapaz de contarte
sobre mis lágrimas. Cada una tiene tu nombre, un motivo, un
sentimiento puro y doloroso, que surge de lo que queda de mi corazón.
Sólo deseaba ser escuchado y protegido. No me importaban tus
secretos, ni el misterio que ocultabas tras palabras elaboradas.
Únicamente buscaba que me sostuvieras entre tus brazos, me
acariciaras el cabello y me dijeras en un susurro secretos de amor.
Era lo único. Un te amo a tiempo hubiese bastado. Un momento sincero
y puro como el amor que yo te tengo. Porque no he podido dejar de
amarte pese a todo.
Si tan sólo me hubieses escuchado. Si
tan sólo te hubieses detenido en mitad de tu laberíntico palazzo...
Pero yo sólo soy un niño, ¿no es así? Un niño triste que no
puede siquiera recordar con exactitud el dolor que lleva en su alma.
He sido torturado cruelmente por
cientos de hombres, despreciado por iguales, humillado por el tiempo
y olvidado por la suerte. Sin embargo, mi mayor sufrimiento ha sido
estar lejos de ti. El pensar que te perdía, me perdía y todo se
desvanecía. El fuego, el humo, la noche oscura y terrible, el frío
en las catacumbas y la soledad. No sabes que es amar en plena
oscuridad. No lo sabes. Tú siempre has brillado como el sol. Tú
eras mi Mesías, mi Maestro. Yo sólo un discípulo dispuesto a
lavarte los pies, besarlos y rogarte amor. Sólo quería amor. No
quería lujos. Tan sólo me conformaba con la verdad, con una pequeña
brizna de verdad.
No sé si aún estemos a tiempo... Ni
siquiera sé si deseas oírme.
Mi corazón está sufriendo.
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