Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

martes, 21 de octubre de 2014

Canción del alma

Sybelle al final hizo acto de presencia. Armand debe estar muy agradecido por tener a un ángel como ella. Tiene suerte. 

Lestat de Lioncourt


El piano es parte de su alma, es su alma en forma de notas. Cada movimiento de sus dedos describen un pasaje de su vida. Hunde sus sueños en la melodía desenfrenada, en su pasión y destrucción. No hay nada más en esos momentos, como en otros tantos. Sólo la música que la impulsa, limpia sus pecados y ruega por sus pasos en plena lóbrega oscuridad.

Sus hermosos ojos claros han visto el mundo desolado, cruel y déspota en las manos de un hermano. Su propia sangre, la que fluye aún por sus venas, la hundió en el tormento más cruel que se pueda experimentar. Brusquedad, horror, dolor y salmos contados con los sus dedos sobre las teclas del piano. Su piel nívea se mezclaba con una paleta de colores terrible, el violeta de los viejos golpes y el rojizo de su sangre, la cual manaba de sus heridas más profundas. Su corazón se agitaba, como el corazón de un tímido y huidizo ratón, buscando el refugio en otro mundo. La música la consolaba y sigue haciéndolo. Es música transformada en una encantadora mujer joven, de largos cabellos de oro y ojos claros tan profundos como su dolor.

Desde niña había amado la música. Sintió una conexión extraña con el piano. Cada melodía la transportaba a la fantasía. No había lágrimas, miseria o soledad. Su reino de soledad se convertía en jardines cargados de flores, llenos de fragancias, e iglesias donde el amor era la única religión. Al quedar huérfana pasó a ser propiedad de su hermano, como si fuera un simple objeto. Se convirtió en su caja musical, en un pasaporte a un futuro mejor. Ella era oro puro. Él era terco, despiadado y frío. La frivolidad de sus actos, los juegos con la suerte y la muerte, así como la droga que envenenaba sus venas la asfixiaban.

Ella sólo tenía un ángel. Un niño que protegía con tesón. Un muchacho de apariencia celestial, como un ángel bizantino, algo desarrollado para su joven edad y con unos dedos hábiles, muy hábiles, para sustraer incluso el corazón de aquel que lo conocía. Sus ojos oscuros, su piel acaramelada y su pequeña boca en forma de sonrisa la hacían olvidar. Quería ofrecerle lo mejor, algo más que simple música.

Entonces, él los rescató. Como si fuera un cuento de hadas o una profecía. Otro ángel, de cabellos rojizos como la sangre, se precipitó sobre su verdugo y acabó con la miseria. Era un vampiro. Él era Armand. Que inexplicablemente apareció en sus vidas para cambiarlas, del mismo modo que las terminó de cambiar su maestro. Marius les dio el don de la vida eterna, el Don Oscuro. Ellos fueron el ejemplo del amor, un amor puro hacia Armand, que constaba de una lealtad y una pasión pocas veces vista por parte de un par de mortales.

Y ahora toca el piano. Toca sin cesar. No hay noche que no toque para ambos y para ella misma. Toca porque la música es ella. Es lo mejor que puede ofrecer, pues es su gratitud. Agradece a Armand haberla salvado, a Benji su amor y a sus víctimas su sangre.



No hay comentarios:

Gracias por su lectura

Gracias por su lectura
Lestat de Lioncourt