Quinn otra vez diciéndole cosas a Mona. No diré nada. No diré absolutamente nada... ¡Maldita sea! ¡Nos deja a todos como si fuéramos simples idiotas! Deja de escribir cosas románticas de esa forma... ¡Todos quedamos mal por tu culpa!
Lestat de Lioncourt
Dulces pecados son tus labios, los
cuales rozan mis mejillas como si fueran turbios poemas de amor
inconfesable. Tu cabello es fuego que arde en las noche más oscura.
Puedo ver soldados batiéndose en duelo en los verdes prados
irlandeses que son tus ojos. Tan hermosa, tan pecaminosa y tan
fuerte. Recuerdo tu voz suave tocando mi alma mientras tus manos, tan
suaves como plumas de ángeles, agarraban mi corazón con deseo. Me
has envuelto en un hechizo sin cura conocida. Los besos de amor son
como demonios que te hacen caer en los infiernos, pero es el cielo lo
que tocas. Puedo tocar el cielo si apareces en mi casa, con esos
desafiantes tacones y una perversa sonrisa. Tan pequeña y seductora.
Por siempre joven.
Pecado eso eres. Un pecado completo. Me
has hecho caer a tus pies. Es increíble que esté tan enamorado. Soy
feliz cuando me rodeas con tus encantadores brazos y me hace tocar la
sinfonía del placer. Hermosa mía, somos dos demonios. Yo he
conquistado tu calma y tú has hecho que mi calma sea infierno.
Quiero gritar contigo por el sendero oscuro, alzarnos entre los
muertos que cayeron sin una gota de sangre. No hay que desperdiciar
el oro rojo.
Envuélvete en satén, querida mía.
Hoy bailaremos en los pantanos. Brindaremos con la locura y la
juventud por lo que tenemos. Tenemos una cita. Ven conmigo. Nos
alzaremos entre las sombras y nos reiremos de la muerte. Nosotros
cambiamos el destino. Decidimos ser los afortunados ángeles que
fueron tocados por un Dios terrible.
Ya no hay fantasmas. No existen
responsabilidades. Seremos eternamente jóvenes en una isla perdida.
Tú y yo. Ophelia y Abelardo. Por siempre unidos con los dedos
entrelazados. Unidos por el amor, la pasión y la eternidad.
Sonreiremos mientras bailamos. Por favor, toma mi mano y únete a mis
terribles secretos, pues son los mismos que los tuyos.
Recuerda... recuerda... los cuentos de
hadas no existen hasta que no son escritos. Nosotros escribiremos el
nuestro.
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