Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

miércoles, 1 de octubre de 2014

Mi amor por ti

Recuerdo la música alzándose entre los árboles podridos y quemados. El suelo estaba baldío, con los huesos enterrados no muy lejos. No había vida en aquel lugar. La noche caía sin demasiadas estrellas y la luna parecía menguar a cada paso. Verlo allí de pie, tocando para las ánimas, me sobrecogió. Era como ver un ángel llorando por los pecados derramados, por cada gota de sangre que manchaba las piedras cubiertas de musgo, mientras las almas parecían ascender hacia los cielos nocturnos, como el difunto crespón que todos aquellos que las amaro aún conservaban. Los sueños y las tragedias se mezclaban con la bondad de aquella arte mágica. Cuando tocaba había placer, belleza y la belleza es bondad.

Debí decirle que le amaba. No hubo de nuevo otra ocasión tan maravillosa. El lugar de las brujas nos marcó a ambos. Pobres mujeres cuyo dolor se convirtió en poesía y viejas leyendas. Ellas fueron testigos de mis lágrimas, al igual que él, y del dolor que llevaba en aquel momento. La muerte estaba presente siempre, nos quedaba poco tiempo y debíamos emprender el viaje triunfal antes de perder el aliento, la cordura y las pocas esperanzas que habíamos depositado en ser bohemios taciturnos.

Sus discursos sobre París eran tan atractivos que moría por cruzar sus calles. Aquella inmundicia era libertad. Necesitaba alejarme de la prisión de gruesas piedras que era el castillo, abandonar los desolados viñedos y el bosque cubierto de silencio hasta que la pólvora salía despedida. Era un pordiosero con nombre de príncipe y él un mendigo con ropas de noble. Quería alejarme con él, a toda prisa, olvidándome al fin del destino cruel que nos había cruzado.


Creo que no nos alejamos lo suficiente. No fue suficiente. Él se quemó con mi luz y yo me hundí en el páramo de la desesperanza. El cuervo que oteé en el horizonte, aquel lugar destrozado sin esperanza, éramos los dos alzándonos hacia el destino más cruel que podía existir. Nos separamos. Quedamos divididos como la mitad de dos almas. La última conversación aún provoca que derrame lágrimas. Tú, que tan bien sabías cuánto te amaba, te convertiste en un marioneta cruel que sin hilos, y sin esperanza, rugías contra mí todo el dolor que siempre habías llevado. No te culpo. No supe amarte como debía. Quizás me merecía tu olvido, pero ni siquiera en tu última noche lograste olvidarte cuánto te amaba. Tú lo sabías. No hacía falta decirlo. Me entregaste tu violín y partiste hacia las llamas. Debí haberme quedado a tu lado, pero la historia habría sido bien distinta.


Lestat de Lioncourt   

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Lestat de Lioncourt