Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

sábado, 25 de octubre de 2014

Seguiré esperando

Avicus nos brinda un encantador relato de Zenobia. Hacía mucho que no hablaba de ella, de su perdida. Aquí tenemos un texto que habla de dolor, pero también de esperanza.

Lestat de Lioncourt


Recuerdo tus ojos clavados en mí. Parecía que no tenías que pudiera aplastarte con mis gigantescas manos. No podía imaginar lo que discurría por tu mente, ni siquiera si me amarías como yo estaba comenzando a hacerlo. Eras pequeña, frágil y parecías una muñeca. Tu cuerpo había cedido a los encantos de la sangre, su fortaleza endiablada y oscura, que trepaba por cada milímetro de piel convirtiéndote en una figurita inanimada. El traje de gasa blanco no disimulaba tus escasas formas femeninas. Eras casi una niña cuando ella te creó. Un monstruo voraz de pequeños y puntiagudos colmillos en una boca generosa, ojos profundos, piel clara como la leche recién ordeñada y manos suaves que buscaban tomar contacto con las mías.

Caí rendido. Me enamoré de tu dulzura aparente, de la bondad susurrante de tus ojos, y olvidé por completo que era un guerrero con grandes flaquezas. Entregué mi corazón sin esperar que tú lo recogieras. Tus manos eran tan cálidas y acogedoras que fueron la urna perfecta. Dejé atrás a Mael, los caminos y andanzas sobre los otros demonios como nosotros, y el miedo a volver a un árbol. Tenía mi dulce tesoro frente a mí. Al fin la bondad se presentaba ante mí.

Pero el amor duró poco. Siglos más tarde me vi abandonado, decepcionado y con los brazos tan vacíos como mi pecho. Jamás creí que me dejarías. Siempre pensé que caminaríamos por los largos senderos de lo eterno. No estoy molesto, pues no sé lo que es molestarse, pero mi mente pregunta constantemente porqué lo hiciste. Sé que me amaste, pero no sé hasta que punto.



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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt