No me he ido, sólo he decidido dejarte
ir. He permanecido aquí, contemplándote, mientras te marchabas.
Quería retenerte entre mis brazos, pero yo no te haría feliz. Era
mejor así. Poner el final antes de tiempo, antes que me odiaras y no
hubiese marcha atrás. Es mejor esbozar una sonrisa, pensar que todo
ha terminado como debería y no creer que pudo ser algo mejor.
Prefiero pensar que he sido de nuevo un héroe, pues he salvado una
vida y no he arruinado una historia. Te he dejado libre.
He librado tu alma de mi tormento. Mis
besos son veneno, mis manos son demasiado frías y mi corazón
salvaje. He cometido muchos errores en mi vida, tropezándome mil
veces contra cientos de piedras, y me he negado en rotundo a seguir
el camino que me elegían. Soy imposible. Demasiado insensato. Por
eso no soy el hombre perfecto, pues ni siquiera puedo considerarme un
humano que pueda darte el calor de sus abrazos. Soy un monstruo.
Esto no es un error. Es una victoria
para ti. Tu alma ya no tiene que sufrir mi presencia, tu corazón
puede latir a salvo y tu sangre jamás será drenada por mis
colmillos. No te haré daño. Es lo último que quiero. Mi único
deseo es verte feliz, amada y adorada como mereces. Tú has obrado un
milagro en mí, el deseo de ser noble y tener un amor puro. He vuelto
a ser un niño en tus manos, con los ojos llorosos y las manos
extendidas para que me abraces por última vez.
No olvides que te amo y que esto no es
un adiós, es un hasta pronto. Se feliz.
Lestat de Lioncourt
No hay comentarios:
Publicar un comentario