Avicus dejando algo romántico a Zenobia. Alguien puede ser golpeado y tirado al fuego por un druida.
Lestat de Lioncourt
Tu mirada dulce e insondable hizo mella
en mi corazón. Te convertiste en una de mis mayores preocupaciones.
Introdujiste tu amor como si fuera veneno en mi sangre y decidiste
hacerte parte de mi alma. No me arrepiento de haberme quedado como tu
guardián, protector de tus secretos y ángel de tus pesadillas. He
intentado por todos los medios luchar contra todos monstruos que
sentías a tu alrededor. Propago mi voz oscura, en ocasiones, y con
una cadencia especial, típica del lugar donde pertenezco, leyendo
tus poemas favoritos. Nuestra vida es sencilla, pero también es
compleja.
La inmortalidad nos hizo ser terribles
demonios frente a la gran multitud. El amor que nos profesamos ha
sido fuerte, nos ha mantenido unidos, pero a la vez nos ha aislado.
Aunque no me importa haberme quedado a un lado. En ocasiones, es
mejor apartarse y vivir en tu propio mundo. Un mundo de entregadas
caricias, besos robados, miradas cómplices y conversaciones que se
alargan durante meses.
Decía un poema que por una mirada él
daba un mundo, pero yo doy toda mi vida a cambio de mi nombre en tus
labios. Sabes que es cierto. Soy un guerrero y los guerreros hemos
nacido con la virtud de ser apasionados, sinceros y diestros con la
espada. No hay mejor espada que la palabra y con la palabra lucho
cada noche en contra del desamor, la tragedia griega de la apatía y
el desconsuelo. Intento demostrar el amor que siento en mi pecho,
palpitando con fuerza y extendiéndose a toda mi alma.
Nuestro amor es como un roble, pues
tiene profundas raíces y ofrece una agradable sombra en un tiempo
donde todo deslumbra. Te he acogido mil veces entre mis brazos, he
besado tu frente tras despejarla de tus largos mechones negros y te
he dicho al oído que te amo. He hecho todo lo que un hombre
enamorado hace, pero también lo que un amigo entrega. Te he
entregado mis secretos, mi consuelo y mi conocimiento. He permitido
que el tiempo no nos mate ni aleje. Decidí hace mucho que sería el
gigante que te ofrecería sus manos, terribles y ásperas, si tú lo
necesitabas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario