Me gustaría decirte que lo siento
mucho, pero no es así. No lamento nada en este mundo. Es posible que
te enoje saber que aún hoy me siento libre de hacer lo que quiera,
porque puedo hacer lo que me de la gana. A pesar de toda mi
responsabilidad, el futuro apocalíptico que está en mis manos y la
sensación de ser observado, voy a seguir siendo ese joven rebelde e
impertinente que confesó todo a micrófono abierto. Soy sin duda
irresponsable, crédulo ocasional y sobre todo, ante todo incluso
ante mi propio lado racional, temerario. No quiero vivir como un
cobarde, deseo vivir como un héroe aunque muera en el intento.
No lamento nada de todo lo que he hecho
a lo largo de mi vida como inmortal. Quizás me he equivocado, pues
viendo mis actitudes y mis problemas estoy seguro que alguna vez
habéis tenido razón, pero las equivocaciones, por terribles que
sean, son mejores que no haber tenido siquiera una. Hay que
experimentar para saber. Hay que sufrir para conocer la felicidad. No
se puede vivir sin haber arriesgado nada. No quiero una vida vacía
donde lamente no haber comprobado una verdad a medias.
Sé que hemos perdido a personas
amadas. Es terrible echar la vista atrás y ver que el mundo se
desquebraja. Los recuerdos, el eco de sus voces, la fragancia de sus
cuerpos, el tacto suave de sus dedos o simplemente las últimas
conversaciones duelen. Te hacen llorar. Hacen que sangren las heridas
de nuestras almas y algo nos susurre que pudo haberse evitado, algo
que no es ese espíritu que los controló o asesinó.
Quiero recordar todo como un enorme
jardín salvaje donde uno puede encontrar maravillosos frutos,
excitantes fragancias y maravillosos mundo en miniatura. Porque eso
somos, Marius, mundos en miniatura. Pequeños lugares acogedores,
aunque terribles, donde nuestras almas emiten juicios, esperan la
felicidad e intentan alejar la soledad con la breve compañía de
sueños y compañeros tan solitarios como nosotros.
Esta noche, en este apartado lugar, me
encuentro solo. Estoy yo y este folio. Es una carta abierta donde
dejo que mi corazón hable, dejando atrás todo lo que puedo
reflexionar. Quiero descargar mi rabia, pero sólo estoy diciéndote
que esto que nos ha pasado nos hará fuertes. Sí, he llorado días.
Lo sé, lo sé... tú también has llorado. Recuerdo tus lágrimas.
Más bien, recuerdo las lágrimas de todos nosotros prácticamente
arrodillados ante las terribles consecuencias de este nuevo episodio.
Pero, sólo puedo decirte que el príncipe ha vuelto. He vuelto,
Marius. No voy a esconderme como en estos últimos años. Pienso
contar todo lo que ocurra. Hay cosas que los mortales tienen que
saber. No, no te estoy pidiendo en absoluto que me des tu aprobación.
Sólo te confieso mis intenciones.
Sigue amando, sigue viviendo, sigue
aprendiendo...
Tu pupilo y amigo,
Lestat de Lioncourt
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