Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

martes, 11 de noviembre de 2014

La libertad, el amor y la felicidad.

Sé que ella es así, fiera y dura. Ha tenido que soportar como la encerraban en una jaula, donde la oscuridad la transformaba y envejecía. Observaba en el espejo el desprecio de los ojos de su esposo, el cual no se compadecía de sus abortos y de los hijos, casi aún pequeños ángeles, que debía enterrar a causa de enfermedades intratables. Ella lloraba en silencio su desgracia. Mostraba un rostro apaciguado, unos modales otorgados con sabiduría, como si fueran dones, y una tristeza insondable en sus ojos grises. Si bien, cuando logró finalmente desplegar sus alas, salir de su encierro, y dejar atrás la mano huesuda de la muerte se convirtió en alguien distinto. Se convirtió en ella misma.

Dejó atrás su género y las cadenas que la oprimían. Quemó todo recuerdo y decidió que la libertad, el sendero en el jardín salvaje, sería su felicidad. Ella elegiría lo que deseaba tener. Ella lo sabía. No necesitaba nada más, salvo encontrar la felicidad. Sigue buscándola en los bosques y selvas, recorriendo junglas que entierran paraísos perdidos, mientras el mundo se derrumba y se alza continuamente. Es un vampiro formidable que no teme a nada, salvo a desconocerse así misma. Lucha como una amazona, camina con la firmeza de un hombre y tiene la sabiduría de una mujer.

Hoy apareció ante mí. Acabamos de sobrevivir a algo terrible. Muchos han perecido y otros aún sienten miedo. No sabemos si el peligro sigue ahí fuera, observándonos, o si estamos libres de todo pecado. Tenía el rostro limpio y despejado. Había cortado sus cabellos al igual que si fuese un muchacho, tan cortos que ni siquiera se notaban demasiado sus rizos. La ropa que llevaba la había robado a un joven, quizás de no más de veinte años, y francamente le quedaba muy bien. Las botas sí eran las suyas. Llevaba años usando el mismo calzado. Quizás era muy cómodo o tal vez se había acostumbrado. Sea como fuese, ella era mi madre. Estaba allí de pie con sus ojos clavados en mí.

—¿Me contarás alguna vez cuál es ese misterio que ocultas incluso para mí?—pregunté sentado bajo aquel árbol. Había decidido salir a pasear por Central Park.

Estoy en New York ahora mismo. No es mi ciudad favorita, pero se está bien. Central Park es un lugar extraño donde uno se puede perder en sus pensamientos. No es el mejor lugar para estar de noche, pero yo soy un vampiro. Soy uno de los vampiros más fuertes, aunque no sea un Hijo del Milenio. Louis está a pocas manzanas escuchando, junto a Benji y Armand, como toca Sybelle el piano.

—No—respondió tajante, guardando sus manos en la descuidada chaqueta tejana que llevaba.

—¿Por qué no me hablas de las cosas que te hacen feliz?—dije.

—No deseo hablar, Lestat—su voz sonó más gruesa, como si estuviese molesta por mi pregunta. Pero no lo estaba. Ella tenía esa profundidad cuando hablaba con la mano en el corazón. Sacaba lo que sentía a relucir. Era una mujer muy intensa, pero esa intensidad se la guardaba para sí—. Sólo quiero sentir. Hablar es para necios que necesitan escuchar su propia voz halagando sus actos heroicos, lamentándose mil veces por la condena que cae sobre sus cabezas o que simplemente intentan creer sus mentiras.

Desconozco si sus palabras eran una lanza en mi contra, pero así lo sentí. Sin embargo, no sé vivir de otra forma. Me gusta que todos conozcan la verdad. Aunque admito que es placentero para mí que otros me escuchen y lean, ya que infla mi ego.

—Pero yo quiero saber si eres feliz en esas selvas y esas junglas infectadas de mosquitos, árboles gigantescos y peligros allá donde pisas—expliqué.

—Si no fuese feliz no lo haría—tenía razón, pero la extrañaba—. Además, soy fuerte y libre. Tú me dijiste que puedo hacer lo que yo desee.

—Pero lo haces lejos de mí—reproché.

Sus ojos tomaron una vida que había olvidado. Dio unos pasos hacia mí y se colocó a pocos centímetros de mi rostro. Ella me tomó de las mejillas, acarició ligeramente mis pómulos, y bajó sus manos hasta mis hombros. Allí las dejó, apretándolos ligeramente, durante unos segundos. Después se apartó.

—Tú no me necesitas y yo tampoco te necesito—aseguró firmemente.

—Madre, yo te amo. Necesito tu amor. Muchas veces me preocupo por...

—No deberías preocuparte—negó con la cabeza y dio un par de pasos hacia atrás—.Tú siempre lo dices—dijo, encogiéndose de hombros—. Soy cruel con mis víctimas, pues ellos no tienen posibilidad alguna. No me apetece contar mi historia. Soy fuerte y libre. Te prometo, Lestat, que si alguna vez cambio de opinión te lo haré saber. Si bien, ambos sabemos que no voy a cambiar. Soy así.

—Y así te amo—dije.

Ella sabía que la amaba, a pesar de nuestras diferencias, pero me sentía siempre en la necesidad de decírselo.

—Cuídate, hijo—dijo dándose la vuelta para echar a caminar por el sendero—. Nos volveremos a ver si hay que luchar, pero no me busques para que te consuele o escuche tus historias. Yo sé siempre que haces en cada momento, pues eres Lestat—paró sus pasos, giró su rostro hacia mi dirección y sonrió ligeramente—. De Lestat y su sombra no se escapa fácilmente—dicho eso siguió su camino y lanzó sus dos últimas frases al aire—. Se fuerte, eso me hace sentir orgullosa. No te crié para ser débil.


Aún me encuentro en el parque viendo como el viento mece las ramas. Pronto nevará, lo ha dicho el meteorólogo, y quizás pase las siguientes fechas aquí. Louis me necesita, quiero estar con él y con Armand. Deseo disfrutar de compañía. No lo sé. Aún queda mucho para Navidad, pero ya puedo escuchar los jingles navideños en cualquier lugar de esta enorme ciudad.

Lestat de Lioncourt

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Gracias amor por estos momentos en los cuales escribimos cosas juntos o cuando doy uso de nuestras conversaciones como Lestat y Gabrielle, sean actuales o pasadas, para dar forma a esto.   

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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt