Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

domingo, 30 de noviembre de 2014

Negro corazón

Un viejo escrito de Santino que ha salido a la luz. No se lo pierdan. Es muy esclarecedor. 

Lestat de Lioncourt


"Me dirijo a ninguna parte. Me he convertido en un dilema incluso para mí mismo. La ratas han infectado las calles, el ruido de sus frías patas es como el sordo cantar de la lluvia contra los cristales. Puedes encontrar cuerpos arrojados a un lado y a otro. Hay quienes los recogen para prenderles fuego, sin saber siquiera su nombre o cómo era su rostro. Nos hemos deshumanizado, convirtiéndonos en monstruos con las manos piadosas de Dios. Nosotros elegimos si huir o permanecer, pues si permanecemos es para sobrevivir a una tragedia terrible que ya no tiene frontera. Nos convertimos en ángeles oscuros que tocamos con la muerte."

Eso ocurre siempre, una y otra vez, en mis oscuros recuerdos.

Mis pasos por las calles se habían convertido en un deambular habitual. La lluvia caía precipitadamente sobre Florencia. Esa noche cada uno de mis pasos podría ser el último. Era un piadoso sacerdote, enfermo y con el deseo insano de morir antes del amanecer; pero no lo hice. Alguien me impidió que alcanzara la paz y gloria eterna.

No escuché sus pasos, tampoco sé si me agarró con demasiada violencia. Lo único que recuerda mi febril muerte son sus colmillos, el sabor metálico de la sangre y sus palabras jadeantes. Estaba entusiasmado con lo que había hecho. Tan vil y desgraciado, pero a la vez consciente que aquello traería consecuencias terribles para ambos. Mis ojos castaños intentaron ver más allá de su capucha, pero no pude identificar rostro alguno. Todo era muy confuso. Me había sentido enfermo, casi moribundo, y en esos momentos la vida tenía otra nueva paleta de colores.

Mi tortuoso y cruel camino comenzó aquel día. La maldad que se engendró en mi corazón pudrió todo lo que yo creía. Fui desprovisto de la gracia de Dios, de la bondad que una vez asistió a mis manos hundiéndose en las flemas de los desarrapados y finalmente expulsado a un éxtasis animal dedicado a la sangre, pecado de la blasfemia y el horror. Me convertí en vampiro y líder religioso. Me inculcaron unos nuevos valores. Hicieron que creyera que servía a Dios a través del Diablo, llenaron mi cabeza de una razón imposible de contradecir y mi alma se endureció.

Me convertí en Santino, el líder de la secta italiana. Recorrí las calles arrastrando a otros a mi locura. Procuré tener un séquito de fieles leal, abundante y controlado. Combatimos contra aquellos que nos tachaban de enemigos de la verdad. Asesinamos a hombres y mujeres inocentes, pues matábamos igual que Dios: indiscriminadamente.

Sin embargo, él llegó. Un joven vampiro de cabellos de fuego me cautivó. Torturé su alma y su cuerpo como me habían enseñado. Lo convertí en mi discípulo y le entregué los mismos preceptos que a mí me otorgaron. Pensé que lo salvaba, pero no era así. Quedé vacío después de enviarlo a París, si bien no sería el peor de los castigos. Armand no sería mi mayor debacle. Acabaría cayendo frente a Pandora. Ella era una mujer mundana que se movía como una diosa, pues era mujer de mundo y diestra con la palabra. Una mujer que parecía común a lo lejos, pero luego sus labios se movían con la sabiduría de mil hombres y sus ojos eran tan apasionados como hermosos. Me conmovió la verdad que hallé y la maldición que me lanzó. Me dijo que pagaría por todo lo que había hecho, ¿pero no hice lo que me enseñaron? ¿No fui preso de las circunstancias? Lo fui. Por supuesto que lo fui. Pero pagué con el desprecio que ella me dio, el miedo que sentí de Armand hacia mí y la soledad que sentía a pesar de estar rodeado de otros como yo. Sólo las ratas, y su sonido, me mantenían cuerdo.

Tuve dos grandes amores, tan terribles como dolorosos, que escupieron sobre mis palabras y me dieron la espalda. No los culpo. Yo le di la espalda a Dios. Flagelarme no serviría de nada. Mi vida será el mayor de los infiernos. Tenía un poder fatal y unas creencias tan fuertes que perjudicó mi alma. Cuando quise retroceder mi corazón era negro, una gema tan negra como el azabache, y no podía escapar. Era un necio lleno de salmos vacíos. Ahora sé que lo fui. La sangre no transformó al sacerdote, fueron las creencias implícitas en la sangre y una verdad terrible lo que hizo que se convirtiera en un ser horrible. Sé que merezco mi castigo, pero quiero creer que vendrá de manos de Dios. Aún creo en Él.

Santino

6 a.m del 30 del 11 del 2000 Después De Nuestro Señor Jesucristo.  

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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt