Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

miércoles, 26 de noviembre de 2014

Tu fuerza, la nuestra

Esta conversación no entró en mis memorias, pero ocurrió.

Lestat de Lioncourt


De nuevo todo ocurrió frente a mis narices. Fue terrible. Jamás comprenderé como pude sobrevivir a ambos acontecimientos. Mi alma se sintió caprichosamente satisfecha al saber que seguiría una noche más en medio de esta vorágine de sentimientos mezclados, emociones terribles y gritos en la oscuridad. Era increíble el ver, y casi palpar, la tragedia. Pude haber llorado, pero me abstuve. No se precisaba un vampiro cobarde, sino uno que pudiese sostenerse por sí mismo. La melodía del piano de Sybelle quedó interrumpida, del mismo modo que el programa de radio que Benji solía conducir. No existía el murmullo de los artilugios de Armand. Todos y cada uno habíamos acudido a un lugar mucho más triste, miserable y lúgubre.

Allí, junto a todos los que conocí y algunos nuevos conocidos, contemplamos como ella era colocada con cariño en un hermoso ataúd. Muchos contenían sus lágrimas, pero otros se lamentaban audiblemente. No he acudido a muchos funerales en mi vida. Ni siquiera fui al de mi madre. No recuerdo ya como se comportan habitualmente las personas cuando tienen que dar el pésame. Nunca me había planteado hacerlo. Pero ella lloraba. Aquella hermosa pelirroja lloraba desconsolada. Sinceramente, ella estaba sola.

Lestat merodeaba con la cabeza gacha, las manos en los bolsillos de su americana y sus cabellos rodados resplandecientes en medio de la noche. Era la esperanza. Ahora, él era líder. Marius lloraba sin poder evitarlo. Gabrielle despedía con una suave caricia el ataúd mientras David, y otros tantos, se dedicaban a echar tierra sobre aquella tumba. El príncipe de todos era quien se llevaba mis miradas. Él, como he dicho, merodeaba y parecía hundido. Sus hombros estaban bajos, sus ojos perdidos en medio de aquel paisaje tan distinto a lo que solíamos conocer. Decidí acercarme a él, tomándolo del brazo. No estaba molesto por todo lo que me había ocultado. Ni siquiera pensaba en lo malo que habíamos vivido. Sólo quería abrazarlo. Sin embargo, fue él quien me abrazo como si fuese lo único que tuviese en ese mundo.

—Louis... —balbuceó hundiendo su rostro en el lado izquierdo de mi cuello. La punta de su nariz se hundió entre mis cabellos y sus labios rozaron mi piel en pequeños besos. Yo sólo me dejé abrazar sin apartar mi mano de su brazo.

—Todo ha pasado. Ellos han muerto, pero nosotros estamos vivos para recordarlos—dije. No esperaba consolarlo, pero sí hacerle ver que nuevamente habíamos superado todo.

—No sé donde están muchos... ¿y si han muerto?—preguntó frunciendo el ceño mientras me acariciaba el cabello, como si eso le calmara—. Tampoco sé que ocurrió con el cuerpo de Akasha...

—Lestat, lo importante es que aquellos más cercanos a ti estamos vivos. Estamos aquí. Somos una realidad tangible—susurré apartándome mientras le tomaba del rostro—. Has salido más fuerte que nunca. Has logrado vencer la adversidad. Comprendo tu dolor, pues puedo sentirlo y verlo en tus ojos, pero hundirte sólo servirá para que otros lo hagan. Pronto Benji hablará a todos, narrando la verdad, y tú, mon cour, tendrás que hacer frente a todo. ¿Comprendes? No puedes caer. No voy a permitir que suceda lo mismo que aquella vez...—él me sonrió de una forma dulce. Pocas veces veía tanta bondad y respeto en su rostro. Una sonrisa cargada de melancolía y dolor. Algo que no podré olvidar jamás.

—Te amo—dijo—. Os amo a todos—añadió—. Pero necesitaré unos días para asumir que hay cientos de jóvenes ahí fuera reducidos a cenizas. Muchachos que como yo decidieron ser rebeldes y romper reglas, imponiendo las suyas y la libertad...

—Lo comprendo.


—Soy Príncipe de los vampiros...—balbuceó alejándose de mí, pues me apartó las manos y caminó hacia un pequeño sendero cercano—. Algún día sabré que sucedió con todos y cada uno...  

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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt