Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

domingo, 28 de diciembre de 2014

Hermandad

Frente a frente como al principio de todo. Con los ojos clavados el uno en el otro. Sin posibilidad de huir. Su pasado pesaba sobre sus hombros, pero seguía pareciendo el mismo joven que conocí tiempo atrás. Sabía que aguantaba las lágrimas y hacía un enorme esfuerzo en contener su emotividad. Yo también lo hacía. Me concentraba en no reclamar sus pasos, como si fuese pecado hablar del tiempo que había transcurrido desde que nos vimos por vez primera. Su cabello rizado estaba perfectamente peinado, como aquel día, y vestía un traje impoluto de líneas muy clásicas. Parecía un maniquí sacado de una de las tiendas de sastres más importantes de toda la ciudad. Por el contrario, yo vestía de modo informal con una americana de lino blanca, una camisa negra ligeramente desabrochada y unos jeans ajustados que terminaban en unas botas de típico cantante rock. Mi pelo era un desastre. Pero no hablemos de mí, mis gafas de sol tintadas en tonos violáceos ni los auriculares que descansaban a ambos lados de mi torso. No. No había que hablar de mí, ni de la habitación simple y acogedora, la ventana entreabierta con el pantano de fondo y la verdad que moría lentamente entre sus aguas.

¿Y de qué tenía que hablar? ¿Tal vez del silencio que cantaba entre nosotros? ¿Del zumbido de los mosquitos? ¿De qué? No quería aterrarlo con mis pensamientos, pues desconocía si eran fruto de mis recuerdos y necesidades o simplemente Amel le daba un impulso extraño a mis deseos. Tan sólo guardé silencio sepulcral y él sonrió gentil hasta prácticamente echarse a reír. Extrañaba esa boca carnosa curvada, del mismo modo que la chispa de sus ojos.

Eché mi cuerpo hacia atrás, acomodé mis piernas estirándolas y cruzándolas, para luego suspirar cerrando mis ojos. Me sentía en la gloria. Estaba nuevamente en la ciudad donde mis mejores musas surgían de debajo de cada piedra, tronco podrido o baldosa. Sin embargo, al mirar de nuevo hacia donde él estaba, desapareció. Él no estaba allí. La silla seguía pegada a la mesa, la luz nocturna incidía sobre la madera hinchada por la humedad y el silencio era profundo. Él no estaba.

Me eché a llorar. No sabía si eran apariciones o locuras mías. Quizás me estaba convirtiendo en el Quijote de los vampiros. Tal vez todo lo que había ocurrido me daba falsas esperanzas. Desde que supe que habían muerto vampiros jóvenes, que prácticamente estaban empezando a vivir, algo en mí se quebró. Es cierto que he matado a otros, pero aquellos que se adentraban en mi territorio de forma hostil o buscaban asesinar a mortales por capricho. Aún apreciaba la vida.


Lestat de Lioncourt

No hay comentarios:

Gracias por su lectura

Gracias por su lectura
Lestat de Lioncourt