Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

domingo, 7 de diciembre de 2014

Mi ángel

Julien cuenta su muerte. Hay que tener en cuenta que siempre estuvo ligado a esa casa... y sigue estándolo.

Lestat de Lioncourt


Miles de leyendas se agolpan en las calles de esta ciudad. El amanecer parece querer despuntar, pero la furia de la tormenta no despeja los cielos y aún la oscuridad es perpetua. Las ramas de los árboles se mecen enfurecidas arrastrando la escasa paz del jardín. Se respira dolor. Las gotas de lluvia ya salpican incluso en el interior de la habitación. Mi cuerpo cae hacia el exterior, mis brazos parecen suplicar a la noche y mis rodillas están clavadas en el frío piso de madera. He muerto.

La muerte me sobrecogió en la cama, pero deseaba ver por última vez el lugar de mi maldición. Las flores del jardín, cargando al dondiego de su especial aroma, parecen caer derrotadas. Las calles cercanas gimen en mitad de la ventisca, pero las restantes están tan silenciosas como siempre. En algún lugar un perro aúlla asustado y un borracho cae de bruces al no poder mantenerse en pie. Y yo, aquí, arrojado sobre el alfeizar de la puerta mientras Lasher llora por mí. ¿Llora por amor o porque no podrá usar nuevamente mis encantos? No lo sé. Desconozco los motivos. Sin embargo, contemplo todo atónito desde una de las esquinas de la habitación. Yo también deseo llorar.

Toda mi vida ambicioné demasiado, viví como pude con el miedo adherido a mis huesos, mis sonrisas eran una máscara de horror y miseria, jamás dejé de sentirme solo a pesar de estar permanentemente acompañado y mi dolor, ese dolor agudo, atravesaba mi corazón como un puñal recordándome que había fracasado en multitud de ocasiones. Lasher seguía allí. Él permanecía y nadie podría controlarlo como yo.

Uno de mis libros cayó debido a una oleada de mi energía. La misma que rozó los bajos de la cama. Él no se percató. Corría escaleras abajo llorando mi muerte. Me abandonaba dejándome tan sólo como siempre. Deseé pedirme a mí mismo algo de valor. Recordaba el rostro de la única mujer que amé con todo mi corazón, y esa era mi dulce Evelyn que en esos momentos estaría en su cama aguardando mi triste final.

Desconsuelo. Sólo eso.

Pude conocer el amor por última vez. Toqué las puertas del cielo y caí de bruces frente a la dura realidad de mi ventana. Jamás me marcharía de entre los muros de la mansión. Vería los días más oscuros llegar como una locomotora de gris humo. Mi familia, mi legado, mi verdad, mis palabras, el fuego infernal desatado en las últimas semanas en el jardín y mi dolor. Sí, mi dolor. Eso quedaría allí también. El humo de mi pipa se extendería como el delicioso aroma del chocolate, la pluma volvería a escribir mi rubrica en alguna ocasión y la verdad algún día liberaría mi hermoso paraíso.


«Evy, Evy... recita de nuevo para mí.»

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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt