Merrick nos robó el corazón a todos pese a sus errores. Yo la adoraba. David sigue recordándola.
Lestat de Lioncourt
En estos oscuros días donde todo
parecía ser posible, inclusive lo inadmisible entre los nuestros, me
acordé de ti. Te tuve presente todo el tiempo. Me aferré a tu
recuerdo antes que pudiese percatarme. Pero esta vez no dolía, no
hacía sangrar viejas heridas, sino que me dio fuerzas para pensar
que podía soportar cualquier terrible momento. Tus ojos verdes
venían a mí, tan hechiceros, y tu voz, sensual y cargada de
momentos amargos, me volvía a seducir. No quedó de ti más que
recuerdo, pero esos recuerdos te hacen vivir en mi corazón.
Merrick. La pequeña bruja Merrick. Te
conocí cuando eras sólo una niña. Tan inteligente y madura como
una mujer, dispuesta a conseguir cualquier cosa, y cuando cumpliste
los dieciocho me arrancaste el corazón. Me enamoré de ti. Pero
amarme siempre es peligroso. No quería intoxicarte con mi terrible
destino. Tenía la muerte siempre en mis talones, por muy rápido que
corriera. La aventura que tuvimos, la forma cruel en la cual danzamos
llenos de pasión, es uno de los recuerdos más intensos que tengo de
ti. Sin embargo, la imagen que siempre llevo conmigo es el vampiro en
el cual te convertiste. Eras fuerte, pero nadie supo que por dentro
te quebrabas.
Si hubieses estado aquí habría estado
preocupado, terriblemente preocupado, por tu seguridad. Si bien, me
encomendé a ti, como si fueras un espíritu bondadoso que pudiese
bajar de los cielos, para que cuidaras mis pasos. ¿Eres un ángel,
Merrick? ¿Dios existe? Aún no tengo claro que pueda ocurrir ese
milagro, pero así lo deseo. Deseo que tú estés en algún lugar
observándome, teniéndome en tu corazón como yo te tengo a ti.
Nuestra historia de amor no fue
clásica, sino compleja. Si bien, llegué a pensar que tendríamos un
final menos dramático. Un final donde la vida brotara de ambos. Pero
en este mundo no existen los buenos finales, sólo los finales. El
querer rozar tu cuerpo con la punta de mis dedos, el creer que es
posible que ambos pudiésemos llegar a ser completamente eternos, nos
destrozó. Te fuiste tras salvar varias vidas y rescatar un alma
perdida. Sé que te marchaste porque pensabas que era lo apropiado,
pero yo quedé aquí. Permanecí donde siempre estirando mis brazos
esperando que regresaras a ellos.
Tuyo por siempre,
David Talbot.
No hay comentarios:
Publicar un comentario