"Cuiden al Pueblo Secreto." Eso era todo lo que él deseaba, pues ese pueblo eran sus hijos. Ashlar me fascina, aunque no lo conocí con vida.
Lestat de Lioncourt
Frío. Tanto frío en mi cuerpo como en
mi corazón. Congelados por siempre. Aquel momento fue terrible. Ella
vino a mis brazos moribundos. La tomé con cuidado y besé su frente.
Sabíamos nuestro destino y teníamos cierta esperanza. Habíamos
huido, ocultándonos de todo y todos, para vivir en paz; sin embargo,
la paz es como un terrón de azúcar derritiéndose lentamente en una
taza de té.
Recuerdo sus enormes ojos verdes llenos
de sueños, esperanzas y metas. Aquellas diminutas pecas salpicaban
su nariz y mejillas. Tenía un aspecto dulce, casi inocente, que me
enloquecía. Besé su piel de leche hasta casi beberla. La tomé
entre mis brazos y rogué por ella. Era mi amor, mi último gran
amor. La chica del cabello de fuego, ojos de jardín de las delicias
y piel de nieve. Ella era la bella durmiente de mi alcoba y la reina
para nuestro pueblo.
Secretos. Susurran los secretos. Se
dispersan en el aire y los pétalos de flores caen. Estamos muertos.
Tan muertos como el futuro de nuestro viejo pueblo. Mis cabellos
negros, con ciertos hilos blancos, son prueba evidente de mi
longevidad. Pero ella era una niña. Todavía aprendía a caminar.
Era tan sólo una niña que quería ver las estrellas, tocarlas con
las puntas de los dedos y bailar frente a las cálidas aguas del
Caribe.
La vida se escapaba entre nuestros
dedos. Nuestros corazones se paraban. El último adiós. Un último
beso. La despedida más tierna y dolorosa. Te ibas, me iba, nos
íbamos y al fin el mundo quedaba más oscuro. Los enfrentamientos,
la codicia, el ser humano, la pólvora y el dolor. Agitándonos como
ramas al viento, sufriendo al fin las consecuencias de un amor fugaz
y dejando que el fuego se apagara gracias a la muerte. Y aún así,
pese a estar muertos, sigo recordándote y tomándote entre mis
brazos como en ese instante. Seguimos aquí, esperándolos, para que
puedan despedirse de nosotros como nosotros nos despedimos de ellos.
Nuestras almas irán al valle, allí
cantaremos y bailaremos. Nuestro corazón siempre estará con ellos,
con nuestros descendientes vivos. Cuiden al Pueblo Secreto.
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