Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

sábado, 7 de febrero de 2015

Él

Antoine era un buen amigo. Creo que le debo unas cuantas...
Lestat de Lioncourt


Recuerdo su presencia rondando mi humilde apartamento. Había alquilado un lugar pequeño, en el cual cabía mi piano, algunas pertenencias de los gloriosos días en los cuales mi familia era poderosa y una cama ligeramente cómoda. Las botellas se amontonaban de forma inversa, y desproporcionada, a mis sueños. Había tenido una educación esmerada, cuidada hasta el más mínimo detalle, y me encontraba en la miseria tocando el piano en tugurios del puerto para sobrevivir. Me avergonzaba encontrarme en tan precaria situación, pero él parecía fascinado. Sonreía encandilado por el piano que había logrado mantener a mi lado. La música me daba vida y su rostro se animaba de forma distinta en la intimidad. Supe que no era humano. Comprendí que ese ser podía ser un demonio, pero me arriesgué a escuchar su dramática historia.

Se llamaba Lestat. Él fue uno de esos nobles arruinados mucho antes de las ejecuciones en masa, las cuales fueron orquestadas por la burguesía para hacerse con el poder y el dinero de Francia. Había vivido una época algo menos convulsa, pero sin duda dolorosa y triste. Su educación no fue esmerada, pues más bien le educaron para la supervivencia. ¡Y vaya si sobrevivió! En esos momentos era un vampiro, un ser inmortal, que campaba a sus anchas desde el otro extremo del océano. Un hombre elegante, bien vestido y de aspecto pulcro aunque ligeramente salvaje. Sus cabellos rubios, rizados, y sueltos parecían la melena de un león. Poseía unos ojos muy intensos, grises con tonalidades azules, muy hermosos. Sin duda me enamoré de su forma de narrar su vida, de su valor, de la compañía que me daba y del dinero que me ofrecía por tocar hasta que él se cansaba de bailar. Era mi mecenas, mi amigo, mi compañero de lágrimas y, en mi corazón, también un amor secreto.

Permití que besara mis labios en más de una ocasión. Lo hizo con ternura oprimiendo los suyos, ocultando sus colmillos, mientras sus manos acariciaban mis mejillas. Aquellas manos frías, pero suaves, de dedos ligeramente largos me entusiasmaban. Me dejé seducir hasta el punto de querer ser suyo. Sabía que convivía con otros: un varón de unos veinticuatro años y una niña de unos cinco. Eso sí, vampiros ambos. Seres creados por su malévola presencia, convertidos en su familia y arrastrados a seguir sus deseos. Y yo quería cumplirlos todos. Deseaba ser su amigo íntimo y convertirme en la caja musical que animara su corazón. Sabía que había padecido horriblemente la muerte de un músico, su amante Nicolas, y que aún no podía arrancarlo de su alma. La música le daba fuerzas, le insuflaba sueños y le hacía vivir de nuevo esa época bohemia y salvaje.

Acepté sin rechistar su sangre. Acepté todo. Incluso acepté que se fuera tras ellos. Me quedé solo. Viví solo. Me hice con el control de mis poderes y comprendí que me había dado algo más que vida eterna. Me dio la llave al entendimiento, la sabiduría, la maldad intrínseca y el poder tocar el piano eternamente. Sí, mi gran amor: el piano. Él y yo hemos estado amándonos en soledad, frente a todos en diversos clubs nocturnos y, ahora, junto a una hermosa joven de cabellos dorados llamada Sybelle, creación de Marius y conocida de Lestat.

La tragedia nos dividió, pero ahora nos ha vuelto a unir en ciertos aspectos. He sabido de él nuevamente, y él ha sabido de mí. Lestat de Lioncourt... Príncipe de los Vampiros.  

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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt