Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

miércoles, 18 de marzo de 2015

Monsieur... Antoine...

Disculpas. Aunque suenen vacías, llenas de cliché y absurdas en este momento. Sin embargo, lo único que puedo rogar es tu perdón. Sin embargo, sé que no me detestas. Fuimos amigos, te di la oportunidad de sobrevivir y tocar cada noche hasta el fin de los tiempos. Esa destreza con el piano, tus dedos tan finos y hábiles, provocaban en mí el deseo febril de escucharte cada noche. Era como el delirio de una poesía magnífica, tan enloquecedora como soberbia, que te hacía saber que estabas vivo, aunque fueses un monstruo condenado por cientos de pecados que el hombre aún no le dio nombre.

Aún puedo naufragar en esos mares azules. Mares de tormenta que harían zozobrar a cualquier experto marinero. Tus carnosos labios, esos que sonríen con toda bondad, siempre murmuraban marchitos sueños que aún, pese a todo, querías rescatar. Eras un genio, pero nadie valoraba tu talento. Tu mayor poder era enamorar a cualquiera con sólo ver tu resuelto andar, tu magnífica presencia frente al piano y como las notas brotaban igual que las aguas de un manantial sagrado.

Recuerdo haber besado enloquecido tus muñecas, rozado con mis labios el dorso de tus manos y lamido la punta de tus dedos. Me mirabas sonrojado, perdido en la inquietud de mis ojos, mientras balbuceabas palabras tórridas y románticas. Viene a mi, como si fuese un viejo daguerrotipo, tu pecho descubierto, de pezones canelas, esperando ser succionados con la delicia de un amante insatisfecho por tan breves minutos a solas. No puedo olvidar el hedor a podredumbre, humedad y polvo que se acumulaba en aquella ruinosa habitación. Deseaba arrancarte de allí, como si fueses un ángel caído del cielo, para acunarte en mi cama mientras yacías temblando impúdico.

Antoine, mi muchacho al piano, eras tan delicado que ni siquiera eras consciente de tu fuerza. Tu mayor destreza era la pasión, el respeto a la vida y la muerte, la ilusión infame de tocar para siempre y tu amor por ti. Tenías una fe ciega. Una fe que aún me guardas. Me respetas y me amas, todavía lo haces. No sé como darte las gracias por amar a este monstruo, pero sé que todo hubiese sido distinto de no haber luchado a mi lado.


Gracias por volver a mi vida... por gritar mi nombre... por mostrarme que sigo siendo el héroe que a todos fascinan.


Lestat de Lioncourt   

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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt