No pediré jamás disculpas por mi
silencio. No tengo porque pedir disculpas a nadie. No me veo en la
necesidad de doblegarme, ponerme de rodillas y rogar porque perdonen
los años de abandono. Ustedes me abandonaron a mí. Prefirieron
darme la espalda. Me juzgaron por mis amoríos, hablaron a mis
espaldas de mis grandes sueños y esperanzas, no creyeron en mis
revelaciones y permitieron que me sumiera en un silencio similar al
de otros inmortales. Dejé el mundo a un lado, el sendero del Diablo
que llevé por el jardín salvaje que siempre fue mi territorio. Soy
un cazador, un lobo, y no un cordero. No permitiré jamás que me
acusen de mayores delitos que mis crímenes y mi incredulidad, mis
deseos de superación y la verdad que he expresado siempre. Quizás
soy demasiado visceral, actúo antes de pensar, pero mis corazonadas
valen más que cualquier tesoro que puedan ofrecerme.
Nací en otro tiempo, en el cual tenías
que crecer mucho antes. Te convertías en una herramienta de trabajo,
una mercancía o simplemente una carga. Yo era una carga. Era el
tercer hijo que sobrevivía a una larga lista de siete, los cuales
terminaron en un foso antes de tiempo. Sobreviví porque me enseñaron
a luchar con mis uñas, con mis dientes y con la esperanza depositada
en un futuro mejor. Mi madre me hablaba del mundo como si fuese una
caja llena de pequeños pedazos mágicos, los cuales tenía que unir
con los viajes y sueños que ella había depositado. En estos
tiempos, donde la tecnología es un gran avance, tienen al alcance de
la mano una cultura, un conocimiento y una verdad menos oscura.
Habéis aprendido a iluminar el mundo de forma muy fácil, tan fácil
como apretar un interruptor, pero eso no fue así cuando yo era un
muchacho. La verdad la he tenido que ir descubriendo tanto como
mortal como vampiro.
Sigo siendo humano. Tengo los mismos
defectos que tú y que cualquier otro. Tal vez mis virtudes son más
destacadas, pero son los defectos quienes relucen como el oro ante
los ojos de una urraca. Me han señalado como el pecado, la causa de
su dolor, la ruptura de una creencia y la amargura en los labios de
cientos. También he sido la luz, el impulso necesario para poder
despertar, el aliento que muchos esperaban, el milagro y el artífice
de una heroicidad que les han hecho buscarme, conocerme y apreciarme.
Poseo tantos enemigos como amigos. Los amigos son amados, pero yo
aprecio mucho más a mis enemigos. De mis enemigos aprendo más que
de los amigos que siempre me estarán apoyando. Muchos de esos
enemigos, que tanto he odiado y maldecido, se han convertido en mis
amigos, casi hermanos, y también en un amor tan intenso que no puedo
explicar. Soy contradictorio, pero me muestro tal como siento. Por
eso, y por mucho más, no daré mis disculpas al mundo. Algunos las
apreciarían, pero la mayoría no las creerían.
Me he movido por lugares donde jamás
me habrían buscado. He vivido aislado conmigo mismo, casi sin poder
soportarme a ratos, y conozco bien la soledad como la he conocido
siempre. Pues, en la mayoría de las épocas, he vivido a solas. He
sabido que es moverme en soledad pese a estar acompañado. Mi único
deseo era tener un lugar, mis raíces, y ahora lo tengo. Vivo en mi
castillo, un lugar que fue una maldición más a mis espaldas, y
espero que Louis me acompañe, como siempre me ha acompañado su
recuerdo, junto a otros inmortales que han sobrevivido al caos, el
dolor, el pánico, el miedo, las lágrimas, el duelo y la verdad.
Lestat de Lioncourt
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