Vaya dos... Y luego dicen que Louis y yo somos quienes más discutimos. ¡JA!
Lestat de Lioncourt
Había caminado toda la noche. El
amanecer se acercaba. Escuché rumores sobre su presencia en aquel
lugar, tan alejado del mundo y tan próximo a lo fuimos. Allí, bajo
el pie de aquella ladera, nos encontramos dentro de la corteza de un
árbol. Me habían narrado su muerte en varias ocasiones, pero
también me confundían las noticias que llegaban desde esta tierra,
tierra de nuestras esperanzas y la primera batalla librada.
Alcancé a verlo con una túnica
blanca, aunque ligeramente sucia por el lodo de las últimas lluvias,
con el cabello enredado en la hojarasca que cubría todo. Sus hombros
parecían caídos, dándole una pose natural y relajada, pero sabía
que estaba alerta. Jamás pude sorprenderlo. Su oído era magnífico,
como el de cualquier inmortal, así como su nariz. Él era un vampiro
completo. No podíamos comunicarnos mentalmente, pues era imposible
por ser su creador, pero existía un vínculo que jamás se rompería.
Sabía que él no comprendería mis razones, pero estaba allí
dispuesto a permanecer a su lado por largo rato.
—Jamás pensé que volverías
aquí—dije, quedando a su lado.
—Aquí nació lo que soy—respondió
colocando sus manos sobre el tronco hueco—. Están mis raíces
mezcladas con la tierra que pisamos.
—El bosque me parecía mayor antes,
tenebroso y peligroso—murmuré.
—Ha empequeñecido, pero no son por
nuestros recuerdos—sus ojos me perturbaron. Parecía un fantasma
del padre de Hamlet. Aquellos ojos, profundos y ciegos de ira, me
hicieron temblar. Buscaba venganza, pero no la hallaba. ¿Venganza de
qué? No deseaba saberlo—. Realmente ha quedado convertido en un
reducto minúsculo de vida.
—Me dijeron que estabas muerto—dije
tomándolo del brazo izquierdo, rodeándolo con ambas manos, para
tirar de él mientras inclinaba ligeramente mi rostro hacia el suyo.
—Desaparecido, pero no
muerto—respondió jalando de su brazo, para liberarse.
—¿Por qué? ¿Por qué te expusiste
al sol?—pregunté con cierto nerviosismo.
—¿Por qué te quedaste con ella y no
conmigo? ¿Por qué no me buscaste antes? ¿Por qué sigues amando
los libros? ¿Por qué? Tal vez no hay una respuesta para mis
preguntas, como tampoco la hay para la tuya—una ligera sonrisa,
cínica y cruel, se formuló en sus ojos mientras sus ojos hablaban
de dolor.
—Uno no se expone al sol así
porque...
Quería encontrar las palabras
apropiadas. Esas palabras que me dieran fuerza. Había olvidado que
era elevar mi tono de voz. Prácticamente no tenía que hablar con
Zenobia. Ella se mantiene a mi lado, escuchando algunos renglones
interesantes de los libros que conservo, guardando silencio
contemplándome con esos enormes ojos que arrancan, todavía hoy,
suspiros de mis labios.
—¿Por qué se expone? ¿Por
creencias?—alzó ligeramente su ceja derecha, para luego dar un
paso atrás. Elevó sus brazos hacia el cielo, como si quisiera
danzar junto a un fuego imaginario, y rió. Estaba gozando ante mi
preocupación y condena—. Tal vez por miedo a morir de forma poco
digna y ver que el infierno se abre a tu paso, te abraza el demonio y
te susurra que será la última vez que veas el mundo. Prefería
hacerlo yo antes que sentirlo gracias a todos esos maníacos que
están ahí fuera.
—La voz...
—Sí, la escuché ese día—atestiguó—.
Pero no fue él quien me insistió—colocó sus manos sobre mis
hombros, apretándolos como lo hacía en los viejos tiempos, para
luego besar mis mejillas igual que Judas a Jesús—. Fue el dolor y
la tragedia. Quizás fue todo. Tal vez quería tocar el cielo, ¿no
me merezco ver esas maravillas con mis propios ojos?
—Aún las crees... ¿o no?—susurré.
—¿Te importa?—soltó una carcajada
y se apartó.
—¿Por qué me tratas con ese desdén?
—¿Y cómo debería
tratarte?—preguntó dándome la espalda—. Dime—dijo en un tono
de voz contundente. Se giró hacia mí y me miró.
—Con respeto—dije.
—Te trato con la punta de mi bota
porque tú me trataste así.
Echó a correr, con una velocidad
propia de nuestra especie, y pronto desapareció de mi vista. Quise
llorar, pero contuve mis lágrimas. Tenía razón. Fui un idiota.
No hay comentarios:
Publicar un comentario