Mael no está muerto. Marius lo dijo en Sangre y Oro y se recuerda en Príncipe Lestat que "Era demasiado viejo para morir así". Así que... sólo puedo decir... ¡A él nadie le dijo que debía personarse y luchar! ¡No es justo!
Lestat de Lioncourt
Puedo contemplar el mundo como si no
perteneciese a éste. Me he convertido en una pieza fuera del
rompecabezas. No tengo porque aceptar las reglas ni seguir los pasos
de mis congéneres. Acepto que no soy perfecto, pero también sé que
mis vicios son parte de mis virtudes. Observo detenidamente los
bosques, frondosos y solitarios, donde una vez fui parte de un pacto
cruel. He regresado a caminar solo. Acepto que la soledad a veces es
necesaria, deliciosa y puede fortalecerte.
Me dije a mí mismo que debía asumir
mis miedos, las verdades insólitas, las desdichas de mis andanzas,
la verdad que aún conservo y la cordura que parece diluirse. He
negado la llamada de otros. Escuché las muertes, observé las Quemas
a lo largo y ancho del mundo, vi la peor pesadilla de cualquier ser
viviente y vi lo increíble que podía ser el talento vampírico
unido a la ciencia y la tecnología. Sin embargo, sé cuando debo
guardar silencio solemne.
Estuve a punto de ir a su encuentro.
Pensé que debía volver a buscarlo. Sin embargo, lo vi acompañado
de ella. Vestía como un muchacho joven. Tenía su larga cabellera
negra cortada de una forma similar a la de un varón rebelde. Llevaba
la ropa ancha, ocultando su figura, y él la asía de los hombros
como si fuese su hijo. Sentí impotencia.
Había dado un portazo y nadie lo había
escuchado. Ellos habían proseguido su vida. Unieron sus recorridos a
otros. Unos lazos que yo recordé similares a los de Maharet. Ella,
la diosa de ojos fríos y mortecinos, había recuperado su vista
según había logrado escudriñar en las mentes de otros. Los rumores
siempre habían sido propagados con rapidez entre los nuestros. Las
noticias viajaban por cualquier medio. En la radio sonaba la voz de
un joven creado por Marius. Podía escuchar en su dulce timbre de voz
la verdad más terrible. Éramos una tribu sin líder. Siempre opiné
que estábamos desvinculados los unos de los otros, que íbamos a
terminar enloquecidos, y no me equivoqué demasiado.
Sigo vivo, pero con el corazón roto.
He visto a viejos compañeros, he tenido el conocimiento de sus vidas
a través de un libro y las ondas de radio de un muchachito entre los
nuestros. Tal vez sueno desesperanzado, pero quizás sólo estoy
agotado. Decidí ocultarme, enterrarme, sanar mis heridas y
reaparecer cuando todo hubiese tomado un matiz distinto. En mis
largos sueños viajé a mis recuerdos, los cuales eran mucho más
deliciosos que la realidad que hoy en día vivimos. No estoy
desalentado. Sin embargo, me siento completamente absorto ante la
situación. No he participado, pero he visto el dolor. He podido
sentir el fuego como si me quemara a mí mismo.
Por favor... que el mundo no se
destruya... Quiero volver a ver a Jesse, abrazarla, ofrecerle algunas
palabras de consuelo y llevar flores a la tumba donde yacen los
restos del único ser que quiso comprenderme.
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