Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

viernes, 8 de mayo de 2015

Dolor

Santino fue un gran maestro para Armand, aunque Marius no lo ve así.

Lestat de Lioncourt

—El dolor es eso que nos carcome a todos como si fuéramos muebles cargados de polillas. Sin embargo, esas polillas son parte de nosotros. Es una infección que puede fortalecernos. Nuestros pasos pueden volverse más inseguros, torpes e incluso erráticos. Con el tiempo nos volvemos fríos, temibles y audaces. Cada pisada nos aproxima a la reconciliación de nuestras heridas—su rostro estaba ligeramente iluminado por el fuego.

Jamás había visto a un hombre con sus facciones tan duras, pero atractivas. Tenía unos ojos castaños muy intensos, con pestañas muy pobladas y ligeramente almendrados. Poseía una boca carnosa y un mentón fuerte. Tenía el rostro mal rasurado y la piel ligeramente tostada.

—El dolor nos impulsa a recorrer el mundo y buscar nuestro sendero—sonrió amargamente—. Para los seres como nosotros, cargados de dolor y miseria, sólo queda un camino. Somos los hijos de Satán. Tenemos que seguir a la serpiente que nos echó del Paraíso y nos dotó de una capacidad sobrehumana.

Recordaba los frescos que había pintado Marius. Vino a mí el olor del óleo, las pinturas, la mezcla con el huevo, el ruido del pincel sobre el lienzo o el muro, las luces y sombras, la ira de los dioses, los hermosos ángeles, la Natividad representada de mil formas, mis alas negras cubriendo mi espalda desnuda y mis ojos clamando piedad a una corte celestial y también, porqué no, recordé a los clérigos encerrados en sus celdas sin disfrutar la belleza de la vida, el sabor amargo del vino y del pan recién horneado. Vino a mí, como por arte de magia, el sabor del salitre y las lágrimas derramadas en las inmundas bodegas. Pude escuchar el crujir de las tablas del barco, y como casi zozobraba, mientras los golpes venían de un lado a otro y mis piernas tenían que abrirse ante los placeres de otros y las crueldades de muchos.

—Puede volverte loco—susurré.

—No si eres fuerte. Y tú lo eres. Harás de tu corazón la piedra angular de tu poder—se incorporó de su silla de respaldo alto, acarició con cuidado un cráneo de uno de los mortales que había lanzado a las llamas y me lo dejó entre mis manos—. Mira sus cuencas. Hace unas noches tenía vida y ahora sólo es el símbolo de la muerte. Nosotros somos ese símbolo—me tomó del rostro y me miró a los ojos profundamente. Era inquietante ver a un hombre tan atractivo con esas facciones tan duras, pero a la vez bondadosas. Me recordaba a un santo. Quería pintarlo, pero estaba olvidando incluso ese pequeño placer. Jamás fui un grande ni consideré ese mi oficio. Pero quise hacerlo—. Si deseas amor que sea el de Satán, no el de tus víctimas. Los mortales deben temernos, pues ahora nos desprecian y se burlan de nosotros disfrutando de una vida que nos fue injustamente arrebatada. Nosotros los condenamos en nombre de Dios y del Diablo.



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Lestat de Lioncourt