«Belleza, belleza, belleza... Amor,
Amor, Amor...»
Al fin no me sentiré solo jamás. Te
he aceptado en mi corazón y he dejado que tu alma toque la mía. He
admirado en el espejo tu reflejo lleno de dolor. Aprecio ese poder
que tú me has ofrecido, pero no es por eso por lo cual te amo.
Siento tu dolor. Comprendo a la perfección que es sentirse solo pese
a ser codiciado por todos. Eres la fuente, el germen, la semilla del
diablo que florece en nuestros corazones como hermosas flores del
Jardín Salvaje. Te has enfrentado a la oscuridad y el dolor, has
yacido dormido y en silencio, mientras el mundo se transformaba y
tomaba conciencia de tu importancia. Rugiste como un animal herido y
ofreciste pruebas de un dolor insoportable. Gracias a ti nos hemos
dado cuenta que no estamos muertos, sino que somos una prolongación
de una vida distinta. Tú estás en nuestro interior y nos lanzas a
la eternidad.
Bailaremos un vals convertido en un
pecaminoso tango. Deja que te arrastre por las calles. Junto a mí
verás todo lo que no creerías. Vas a gozar de la sangre y sentirás
la punzada de sed de cada anochecer. Observarás la luna convertida
en un hermoso foco de atención de poetas, locos y románticos
empedernidos. Sabrás que es el ruido del tráfico y la música rock.
Déjate llevar, por favor. Cantaré para ti miles de canciones y
alzaré mi poder ante los míos, junto a ellos, para transmitir la
sabiduría que tú deseas aportarnos.
No te temo. Tú eres mi amor. Un gran
amor. Siento el calor de tu necesidad. Tendremos “nuestra
conversación” y nada nos detendrá. Alzaremos las manos hacia las
estrellas, como si pudiésemos acariciarlas, y recorreremos el mundo
entero estrechando a todos nuestros hijos. Pues ellos ahora son mi
corte, mis hijos, mis guardianes y la tribu que debemos amar.
Clamaremos las leyes, impondremos paz al fin y beberemos de los
malhechores para celebrarlo.
Oh... amor mío... ¡No sabes lo feliz
que soy de tenerte cerca! ¿Puedes ver eso? Somos tú y yo. Frente al
espejo tenemos el mismo aspecto, pero yo puedo verte a mi lado. Noto
esa nebulosa rojiza, acariciando mi nuca y besando mi frente,
esperando que diga algo que rompa el hielo. Nuestros sueños están
llenos de preguntas. Iremos de nuevo al infierno si lo deseas, no nos
redimiremos ante Dios si así lo desea, y tocaremos las nubes de las
tormentas más terribles. Ah... la felicidad. ¡Somos felices porque
estamos unidos!
Porque mi carne es verdadera comida y
mi sangre verdadera bebida...
Lestat de Lioncourt
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