Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

miércoles, 6 de mayo de 2015

Esperanza

Michael Curry es uno de esos hombres que tienen un sueño, una pequeña ilusión, y ahora parece que está a punto de lograrlo. Si logra ser feliz junto a Rowan yo lo estaré, pues amé muchísimo a ambos.

Lestat de Lioncourt


Junto a mis viejos proyectos he encontrado una vieja lista con nombres emborronados. Cuando la escribí me encontraba en el mejor momento de mi vida. No desprecio la vida que he llevado, ni los años que poseo y ni mucho menos las experiencias que he vivido, sin embargo en aquellos días era absolutamente feliz. Como si fuese un niño pequeño soñando alcanzar una estrella pensé que esa felicidad, esa vida perfecta, duraría por siempre y tendría un final similar a las viejas comedias románticas del cine en blanco y negro. Pero no. Mi vida se emborronó como la lista.

Creé aquella nota cuando supe que iba a ser padre por segunda vez. La primera vez me arrebataron el placer de tener a mi hijo en brazos, observándolo con cariño y respeto, mientras notaba un profundo calor en mi pequeño me rugía con euforia. Mi primera relación formal se truncó en una camilla tras practicar un aborto. Esa segunda vez era querido por ambos. Ella deseaba darme la felicidad que me arrebataron y algo en su interior, en la profundidad de su cálido pecho, bombeaba el deseo de ser madre. Toda mujer tiene momentos de debilidad frente a un pequeño, aunque hay quienes se resisten y desean vivir una vida lejos de la maternidad, centrándose en otros proyectos y un ritmo de vida distinto.

No sabíamos cual sería su sexo. Pero el nombre de Chris se repetía en más de una ocasión. Decidimos que el pequeño se llamaría así. Sería de nuevo bautizado con el nombre que yo le hubiese puesto a mi primer hijo. Al fin tendría la oportunidad de abrazar ese pequeño cuerpo, contar sus dedos y alzarlo con un orgullo propio de cualquier hombre.

De inmediato acabé llorando. Mis ojos se llenaron repentinamente de lágrimas y una terrible congoja se agarró a mi garganta. No pude pronunciar palabra alguna. Mi corazón bombeaba más rápido de lo normal y sentí un ligero mareo. La tensión se volvía desproporcionada. Las imágenes de toda una vida venían a mis ojos azules, pasándose frente a mí como la proyección de una vieja película, y cuando regresé a mí mismo ella estaba allí. Rowan había venido a buscarme, como si fuese un ángel, reanimando y calmando mi acelerado corazón. Besó mis mejillas, vio la lista y decidió hacerla trizas.

—No deberías remover el pasado, Mich—dijo frunciendo el ceño.

Yo tan sólo agaché la cabeza dejando correr la última lágrima. Ella buscó mis brazos aferrándose a mí, buscando instintivamente calmar mi nerviosismo para evitar un ataque al corazón. No sé como lo hizo. A veces lograba aparecer cuando más la necesitaba. Siempre me salvaba. Tuve suerte que estuviese descansando ese día de sus obligaciones cotidianas.

—Han llamado de la clínica—comentó. Pensé de inmediato que debería marcharse y yo tendría que quedarme solo con los fantasmas de la casa, como si fuese parte de ellos—. La fecundación ha sido un éxito—dijo mirándome a los ojos. Esos ojos suyos grises, tan profundos y hermosos, me parecieron terriblemente amorosos—. Hay un niño en un vientre que tiene nuestros genes...—susurró secando de nuevo mis lágrimas—. No vivas más en el dolor. No merece la pena ver el pasado.

—Yo no lo hice. Apareció de golpe—dije.

Noté entonces alguien más con nosotros. Alguien que me pareció ver durante unos segundos. Creí ver a la pequeña imagen de Stella, como cuando era una niña traviesa, correr hacia una de las estanterías. Entonces lo supe. Aquello era una llamada de atención.


—Creo que alguien quiso decirme que debemos hacer una nueva—susurré estrechándola contra mí.  

No hay comentarios:

Gracias por su lectura

Gracias por su lectura
Lestat de Lioncourt