Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

domingo, 10 de mayo de 2015

Dudas...

Encontré esto en uno de los libros de Louis, ¿creen que debería decirle que lo leí?

Lestat de Lioncourt


Odiaba a Lestat. Odiaba cada milímetro de él. Sentía un odio inmenso, pero a la vez me sentía terriblemente atraído. Era increíble. No podía apartar la vista de él y de sus zafios modales carentes de respeto. Sólo se mostraba cortés y educado en las pomposas fiestas de los demás terratenientes. Sonreía, decía algunas palabras correctas y halagaba la belleza de las damas que se derretían a su paso. Era como ver la perfecta personificación de la elegancia más deliciosa, pero en la intimidad seguía siendo un animal salvaje que cruzaba mi finca como si fuese un demonio, un déspota con mis esclavos y con todo el servicio que parecía idolatrar mis bondadosos actos. Para él nada era suficiente. Todo carecía de brillo o poder. Siempre quería más y alimentaba su ponzoñosa alma hundiendo sus dedos en mi tragedia.

Sin embargo, cuando guardaba silencio veía amor en sus ojos. Contemplaba una profunda fascinación hacia mi rostro quejumbroso y mi alma doliente. Algo en él le impedía ser amable o mostrar el respeto suficiente ante mis decisiones. Quería decirme algo, pero estaba completamente hundido en su mundo salvaje y en su máscara. Deseaba que rompiese esa maldita máscara. Odiaba esa sonrisa fingida y esas manos que me acariciaban en las noches, abriendo mi camisa y hundiéndose entre mis sedosos cabellos negros. Recitaba poemas cuyo significado desconocía y besaba mi cuello provocando ciertos escalofríos. No podía dormir cerca de él, pero él parecía necesitar mi compañía.

Ahora lo sé todo. Sé que escondía bajo su carisma y su maldad. No era más que una pose. Tenía miedo. Quería mostrarme todos sus secretos, pero era incapaz de hacerlo. Él no obtuvo la sangre por deseo, sino porque alguien decidió concederle una condena eterna que puede parecer deliciosa, pero es tan sólo un maleficio que te aplasta como una pesada losa. Pude conocer en él miles de rostros, talentos y sentimientos. Vi el orgullo cuando contemplaba a Claudia. Un orgullo que no se desvanecía a pesar que ella dejó de pasar horas a su lado. Ese orgullo sólo surge del amor paternal. Creo que él también veía en mí ese orgullo. Pero, ¿podía ver mi odio? ¿Pudo palpar mi repugnancia hacia sus actos descabellados? No lo sé. Sólo sé que me convertí en inquisidor de cada uno de sus actos, buenos o malos, por puro rencor. Guardaba rencor al hombre que no me quería decir lo que sabía, lo cual era escaso. Algo que no quería decir por mera protección y yo, como un maldito imbécil, terminé narrando mi vida en tiempos modernos. Arranqué todo ese rencor y lo arrojé sobre una grabadora cualquiera en manos de un joven periodista.


¿Qué debo hacer? No lo sé. Tal vez escribir éstas líneas en uno de mis libros favoritos me ayude. Sí, tal vez. ¿Debo ir a verlo? ¿A él? ¿A Monsieur Rock Star? No lo sé. ¿Le importará mi visita? ¿La aguarda? Quizás es hora de romper con los miedos y cadenas...

San Francisco 1985  

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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt