Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

lunes, 11 de mayo de 2015

Nuevo inicio

—Sus ojos oscuros observaban con calma la televisión. Para cualquiera podría ser una escultura lograda de una diosa egipcia desconocida. Sus cabellos estaban recién peinados, las joyas resplandecían y sus telas de lino parecían cómodas como frescas. Él parecía más somnoliento, como si nada le importase realmente. Estaban completamente ausentes. Llevaban varios siglos sin mostrar actividad alguna. La última vez fue un desastre y frente al mismo cretino que lanzaba aullidos en aquel incansable videoclip. El mundo entero estaba a sus pies, tal y como había pensado décadas atrás, y parecía más vivo e irreverente que nunca. Nada presagiaba que ella se incorporaría y se alzaría frente a todos. Tan sólo horas más tarde ocurrió la primera gran tragedia en siglos. Ella despertó, cobró vida, y luchó contra el mundo porque se encontraba fuera de éste, como si siguiese siendo una pieza de museo. Lo recuerdo vivamente y aún tengo pesadillas. Ella muerta, destrozada, sin querer escucharnos. Fue terrible—los ojos de Marius parecían dos glaciares. Su rostro era una amalgama de sentimientos encontrados. Bajo la luz tenue de las velas parecía cobrar vida más allá de lo habitual. Parecía una pintura que a ratos irradiaba luz propia, como si cada pincelada se moviese ligeramente y creara un nuevo cuadro. Vestía una de sus túnicas habituales, de su color favorito, y su cabello estaba suelto y libre de cualquier atadura.

—Yo desperté entonces—intervino Arjun—. Pero decidí no acudir a vuestro encuentro. Creí que no era pertinente.

—No importa ya—dije—. Eso es historia.

—También ésto es historia—comentó Benji observando como su pequeño aparato grababa nuestras voces—. Hace tiempo que deseaba escuchar la historia narrada por todos. Los más jóvenes también desearán conocerla.

—Nosotros decidimos quedarnos refugiados y cuidar a los jóvenes que conocíamos—explicó Gregory—. Por otro lado, mis escasas intervenciones en aquellos días fue para salvar algunos jóvenes y cuidar a Davis.

—Quiero saber dónde está el cuerpo. Los cuerpos de Khayman, Maharet y Mekare están en Nueva York, ¿y el suyo?—todos guardamos silencio ante esa pregunta tan impertinente que todos teníamos.

Amel guardó silencio en mi cabeza. Él estaba ausente a ratos, como si no quisiera oír aquellas miserias. Creo que sentía dolor, pero no deseaba demostrarlo. Había llegado a odiar a Akasha mucho antes de ser parte de ella, así como de todos nosotros, pero por algún motivo acabó aferrándose a su cuerpo con tal de saber lo que es estar vivo. Sin embargo, hasta ahora, no logró su objetivo.

—No lo sabemos—susurré con la voz quebrada—. Quiero decir...—me armé de valor y hablé entonces con mayor contundencia. No había titubeos—. Antes no se hacían preguntas. Nadie preguntó por su cuerpo. Simplemente intentamos sobrellevar el momento. No estaban las cartas sobre la mesa. Supongo que Maharet le dio sepultura junto a Khayman, pero se desconoce el lugar y no sabemos si algún día lograremos hallar esa tumba. Tampoco sé si se logrará hallar su alma entre las que están apareciendo. Quién sabe—dije encogiéndome de hombros—. Lo importante, Benjamín, es lo que estamos logrando ahora. Hemos tenido que sufrir varias tragedias para unirnos y ver lo importante que es tener en cuenta a todos y cada uno de nosotros.

Todos guardaron silencio. Los ojos oscuros de Benji se clavaron en mí y luego acomodó su sombrero, para tomar asiento al lado de Armand. Mi antiguo enemigo, actualmente aliado y amigo, estrechó la mano del muchacho y me miró con aquellos enormes ojos castaños. En otra época me hubiese parecido irreal que él estuviese a mi lado, tal y como estaba allí sentado, con el aspecto de un ángel y el deseo de conocer. Al fin se abría al mundo y me mostraba su dolor. Yo conocía bien ese dolor. Comprendía la soledad. Amel también la sentía y comprendía. Armand parecía un querubín, pero no era el único.


Louis apoyó su espalda en la silla y miró al frente. Sus ojos verdes parecían apáticos. No estaba cómodo hablando de aquellas noches tan terribles. Se sentía fatigado. Sin embargo, sabía que él estaba lleno de esperanzas. Al fin pertenecíamos a alguien más que a la muerte. Estábamos vivos.

Lestat de Lioncourt

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Lestat de Lioncourt