Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

domingo, 31 de mayo de 2015

Emisión 2.

La segunda emisión del nuevo programa de radio donde David y Daniel colaboran con Benjamín. No se lo pierdan.

Lestat de Lioncourt


Faltaban menos de cinco minutos para iniciar la transmisión. Talbot ya ocupaba su lugar junto a Benjamín, el cual revisaba concienzudamente los micrófonos y aparatos para que la transmisión no constase de impedimento alguno. Molloy se encontraba en la gavina revisando las preguntas que habían ido llegando al contestador del programa. Había algunas interesantes que el mismo había hecho llegar al antiguo director de la Orden de la Talamasca. Era curioso ver en aquella habitación a esos tres seres, con distintos gustos y de diversos orígenes, centrados en el importante trabajo de informar concienzudamente de las noticias más relevantes. La pasión por la información les unía. A Molloy le servía como terapia, pues podía al fin centrarse en aquello que tanto amó y formó parte de su vida mortal.

Benjamín vestía con una chaqueta azul azafata, camiseta sin mangas blancas y pantalones negros de vestir. Sus lustrosos mocasines no se veían y a penas rozaban el suelo. La silla era cómoda para él, aunque inmensa para su pequeña estatura. Podía regularla, pero quedaría algo más bajo y eso solía molestarle. El sombrero seguía en su lugar, como si no se lo hubiese quitado desde la noche anterior.

David, sin embargo, había optado por un suéter con cuello de pico, no muy grueso, de rombos en distintos tonos verdes y marrones. Sus ojos oscuros, marrones con destellos dorados, brillaban con emoción mientras se acomodaba el cuello de la camisa blanca que tenía bajo la citada prenda. Su chaqueta estaba sobre el respaldo, pues la primavera en Nueva York estaba siendo bastante calurosa y húmeda. Sus pantalones estaban impecablemente planchados y sus zapatos eran similares a los de Benjamín.

Daniel, por su parte, vestía con un peto y una camiseta simple. Él no era de vestir estirado. Jamás supo lo que era llevar un buen traje y una refinada corbata. No era de ese tipo de hombres, por eso se negaba a llevar las estiradas e incómodas prendas que otros solían llevar.

Antoine y Sybelle aparecieron al fin, pero ella quedó situada en el piano y él tomó asiento entre David y Benjamín. Ella vestía un vaporoso vestido negro y un collar de perlas blancas. Sybelle siempre parecía una diosa sacada de las pinturas del renacimiento. Era hermosa y perfecta. Sus delicadas manos blancas, que parecían magnolias, se movían sobre el teclado con una majestuosidad única. Antoine, sin embargo, había optado por una simple camisa azul pastel y unos jeans. Llevaba unas botas negras, aunque su compañera había llegado descalza y así permanecería toda la noche.

—¿Estás nervioso?—preguntó Benjamín mientras amontonaba algunas tarjetas donde llevaba un pequeño guión.

—Es la segunda vez que narro mi historia a alguien—dijo—. No sé que preguntas me haréis...—susurró mirando a ambos—. Soy mucho menos tímido cuando toco mi violín o el piano.

—Sólo tienes que dejarte llevar—respondió David—. Según recuerdo querías llamar a la radio, ¿no era así? Pues ahora eres el protagonista de ésta noche.

—David, te agradecería que no intentaras asimarme de ese modo—murmuró dejando escapar una ligera risa nerviosa—. ¿Cuándo empezamos?

—Ahora mismo—dijo Benjamín haciendo señas a Daniel. Antes podía controlar toda la estación de radio de una forma rápida y cómoda, pero Lestat le había entregado un mejor equipo para alentarlo. Deseaba que las retransmisiones fueran más nítidas—. Buenas noches hermanos y hermanas. Buenas noches tribu—sus hermosas facciones infantiles parecían endurecerse cuando hablaba. Frente a los demás inmortales no era un niño, ni un adolescente, sino un hombre bajito de rostro ligeramente aniñado—. Nuevamente nos acompañará David y por supuesto Sybelle—la joven ya había empezado a tocar las primeras notas. Aquello puso nervioso a Antoine, pero al ver como se desenvolvía aquel joven vampiro lo tranquilizó. No era muy distinto a conversar en una pequeña habitación a solas.

—Buenas noches a todos los oyentes—intervino Talbot—. Para la audiencia que no estuviese en las noches anteriores, aunque supongo que pudieron acceder a la web y reproducir mi pasada intervención, les recuerdo que ésta sección se dará los domingos. Será una sección de noticias, conversaciones y entrevistas en directo—explicó nuevamente con una ligera sonrisa—. Como ya anuncié hoy tendríamos con nosotros a Antoine, el joven músico que fue creado por Lestat poco antes de marcharse de New Orleans en busca de Claudia y Louis—en ese momento Antoine sintió un nerviosismo similar a su primera actuación ante alguien más que sus familiares. De eso hacía mucho tiempo. David lo notó y no dudó en calmarlo colocando su mano derecha sobre el hombro del otro vampiro—. Buenas noches Antoine. Es un placer que estés con nosotros.

—Sí...—dijo con una sonrisa nerviosa—. Siempre estoy con ustedes, así como con el resto del mundo, pero por primera vez se escuchará mi voz por las ondas—miró el micrófono y recordó los viejos armatostes que llegó a conocer. Aquello era minúsculo comparado con los primeros que había logrado tener frente a él. Era increíble como la tecnología evolucionaba tanto y el mundo parecía siendo el mismo—. Estoy agradecido de estar con ustedes. También confieso a la audiencia que me encuentro nervioso.

—Es curioso que esto te provoque nerviosismo—dijo Benjamín—. Recuerdo que querías llamar mi atención, pero no pudo ser. ¿Qué mensaje tenías pensado decirnos en aquellos oscuros días?—se atrevió a preguntar.

—Deseaba identificarme como una de las criaturas de Lestat. Me siento muy orgulloso de haber sido creado por él, pues para mí es un símbolo de la fuerza y la capacidad de reacción que debe tener un vampiro. No se deja amedrentar—se ruborizó un instante y luego suspiró—. Quería ponerme en contacto con él, rogarle que me escuchara y escuchara a todos nosotros. Si estaba desaparecido era porque se encontraba herido. Podía suponer que estaba herido en su alma y no físicamente.

—¿Cómo podías saber eso?—preguntó David con cierta curiosidad.

—Conocí a Lestat en unas penosas circunstancias. Si no hubiese sido por él habría muerto fruto de enfermedades provocadas por la mala vida que llevaba. Mi familia me había desheredado y echado fuera del país. Me odiaban por algo que había hecho mi hermano mayor, el cual jamás dijo la verdad y quedó como el buen hijo que jamás fue—sus ojos se llenaron de lágrimas que rápidamente secó—. Él me mostró que debía ser fuerte y aferrarme a la música, pues la música me hacía feliz y lograba acariciar el alma de otros, sanar sus heridas y hacerlos sentir en paz. La felicidad es muy fácil de encontrar, aunque es traicionera—su sonrisa empezó a ser más sosegada y su tono de voz era muy dulce para el oído de todos los que escuchaban con atención la emisión.

No muy lejos de allí, en una limusina, Armand prestaba atención a cada palabra. Estaba vestido como si fuese a acudir a la ópera, pero en realidad sólo deseaba pasear dentro del vehículo observando los enormes edificios de la ciudad. Lestat estaba junto a él y a su lado se encontraba Louis. Los tres estaban magníficamente ataviados con ropas elegantes, ligeramente clásicas y con un toque distinto para realzar la belleza de cada uno. Lestat llevaba un chaleco rojo en tono borgoña, Louis había decidido que el suyo debía ser color esmeralda y Armand llevaba uno azul pastel, el mismo tono de la camisa de Antoine. Los tres permanecían en silencio escuchando la radio. Lestat se distraía momentáneamente, pero sus compañeros estaban centrados en cada palabra.

—Tengo aquí una pregunta de uno de los oyentes de la noche anterior—comentó David sacando la pequeña nota que le había ofrecido Daniel horas atrás—. Preguntan si estás loco, al igual que Nicolas.

—Para ser creativo hay que estar un poco loco—se atrevió a decir—. Hay que sentir la música invadiendo cada molécula de tu cuerpo, navegando por tu sangre como hace Amel, y dejando que fluya. Amo mostrar todo lo que siento a través del violín o del piano—dijo cerrando los ojos unos instantes—. A veces puedo ver incluso el color de las notas, aunque puede parecer una locura—susurró en tono confidencial antes de abrirlos de nuevo, para mirar a ambos.

—La música mantuvo con vida y esperanza a Sybelle, así que puedo comprenderte—explicó Benjamín.

—Gracias Benji—dijo sin perder la sonrisa.

Antoine se había relajado y el nerviosismo se había esfumado por completo. Ya no quedaba nada de esos duros momentos antes de abrir la puerta y aceptar la invitación de David. Por eso mismo David soltó su hombro y le dejó tranquilo. Ya había pasado el peor trago.

—¿Guardas rencor a Louis por haberte atacado?—lanzó la pregunta sin titubeos. David deseaba saber sus sentimientos al respecto. Muchos sabían que aquel vampiro admiraba a Louis y Louis al antiguo director de la orden. Ambos habían sido las columnas que mantuvieron firme a Lestat durante algunos años.

—No—se apresuró a responder con total sinceridad—. Me atacó porque pensaba que Lestat quería dañar a Claudia. Estaba muy equivocado. Lestat amaba a su niña eterna, para él su familia era muy importante. Quería que yo fuese parte de esa familia—explicó—. Durante semanas me habló de los progresos que había hecho la joven y como se sentía de orgulloso cuando la contemplaba. Aunque también se asustaba por sus ojos fríos. Sobre Louis todos sabemos lo que siente. No hay nada que hablar al respecto.

—¿Crees que Louis te odia o guarda algún rencor?—el rostro de David era serio, pero era por las circunstancias del momento.

—No, aunque quizás pueda sentir algunos celos injustificados. No estoy en la mente de Louis. No sé lo que puede estar pasando por su mente ahora mismo, pero puedo asegurarte que no me siento amenazado por él—se echo hacia delante y suspiró—. Espero que algún día quiera hablar conmigo durante algo más de unas horas.

Louis había alzado ligeramente su ceja derecha y miró a Lestat, él sonreía ante esas palabras como si se regodeara. Armand simplemente seguía mirando la ciudad, aunque su atención estaba sobre Antoine.

—No mates al mensajero—le dijo Lestat a Louis meneando ligeramente.

—Lo creaste porque pensabas en Nicolas—respondió—. Él se parece más a tu antiguo amante que yo.

—Ah... cállate y sigue la entrevista. No es eso—contestó refunfuñando—. Además, mi corazón es tuyo.

—Ya... claro.

Armand se rió bajo mientras en la radio David seguía con la entrevista. Allí Daniel revisaba las diversas máquinas que colaboraban con el silencio en el estudio y la retransmisión pulcra que tanto deseaba el Príncipe de los vampiros.

—¿Crees que podrías haberte llevado bien con Nicolas?—preguntó Benjamín.

—Somos similares y opuestos. Su forma de crear arte es muy distinta a la mía. Armand me ha contado varias historias y posee partituras, escritos y diversas obras inacabadas. Tenía un talento innegable—sus ojos brillaban con unos matices dulces cuando hablaba de arte, sobre todo de un arte tan próximo al alma como era la música—. Me produjo una profunda decepción saber que no posee más de unos cuantos documentos, pero lo entiendo—dijo—. Lestat me habló durante varias noches sobre las conversaciones con Nicolas, su carácter, la belleza que poseía cuando tocaba y el carisma que jamás creyó poseer. Nicolas estaba atormentado y eso lo destrozó. Yo estuve atormentado y destrozado, pero logré tomar conciencia de mi fuerza y decidí vivir. Quería vivir para no hacer daño a Lestat. No deseaba decepcionarlo—un mechón de su cabello oscuro cayó sobre su ojo derecho, pero rápidamente se lo colocó tras la oreja.

—¿Amas a Armand?—el muchacho había dado de lleno. En ese momento Antoine miró con sorpresa a Benji y luego se echó a reír.

—¡Claro!—exclamó—. No entiendo porque muchos le temen. Es posible que hayan escuchado cosas terribles de nuestro compañero, pero ¿no salvó a Sybelle, a ti y a mí? Porque a mí me salvó. Decidió ser benévolo conmigo y escuchar mi historia—su rostro era una amalgama de felicidad y amor—. Me siento muy agradecido por estar con ustedes y porque él me acepte con ese amor, esa entrega y ese optimismo. A veces discutes mucho con él, pero es porque sois de siglos distintos. Nosotros no somos tan dispares, pues hemos visto el mundo cambiar y dejarnos anclados en un pasado amargo—Benji lo miró atónito y luego frunció el ceño—. No te molestes conmigo. Pues tan sólo te pido que lo escuches. Deberíais invitarlo para la próxima entrevista.

—Es una buena idea—dijo David echándose a reír por ese cambio brusco que experimentó Antoine.

Armand en la limusina se sintió inquieto, pues los ojos de Louis y Lestat repararon en él. Sin embargo, no dijeron nada. En la radio los minutos pasaban y decidieron dar por cerrada la entrevista.

—Esto ha sido todo por hoy—comentó Benjamín—Para la próxima semana tendrán un Archivo de Talamasca narrado y comentado por David Talbot en directo—explicó sosegado. No estaba molesto con Antoine, pero sí le había hecho recapacitar sus palabras—. Ha sido un inmenso placer poder ofrecerles un poco de nuestro compañero, de nuestro violinista, a todos ustedes.

—El placer ha sido mío—dijo Antoine.

—También les recordamos que se transcribirá nuestra emisión y podrán descargarla para que puedan compartirlas en sus móviles y redes sociales—intervino David—. Será cortesía de Daniel Molloy que está en la cabina y quien ha elegido las preguntas más interesantes que han llegado para Antoine—comentó remangándose el suéter y la camisa—. Por supuesto se subirá a la web el nuevo artículo de nuestro compañero el sábado próximo.

—Tengan buenas noches—dijo Benjamín—. Les dejamos con Sybelle.

Antoine se levantó y corrió a tomar su violín para tocar con ella. Benjamín quedó allí sentado, observando al músico, mientras que David se retiraba a conversar con Daniel en la cabina. Lestat y Louis decidieron bajarse de la limusina con la excusa de cazar alguna presa. Armand quedó allí sentado, acurrucado contra la ventana, sintiendo como su corazón bombeaba demasiado rápido.



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Lestat de Lioncourt