Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

miércoles, 27 de mayo de 2015

Príncipe Lestat

A veces desconocemos nuestra verdadera fuerza. Nos dejamos arrastrar por el pesimismo hasta llegar a un bucle de desesperanza. Nos convertimos en socios del desaliento y nos adentramos en la oscuridad más miserable. Quizás es necesario que pasemos por esa fase para levantarnos, sacudir nuestras penas y luchar hasta conseguir la victoria. Puede que así sea.

En muchas ocasiones me he visto al borde de un terrible precipicio. Los dilemas siempre me han rodeado y las decisiones tienen que ser rápidas, pero a veces no son las mejores. No siempre acertamos, ¿verdad? Nadie puede conocer a ciencia cierta como nos irá en la vida. Y la vida de un vampiro, de un ser inmortal como lo soy yo, es demasiado extensa. No se puede librar la batalla eternamente contra los fantasmas del pasado. En algún momento, aunque no sepamos bien cuando, hay que dejar que se marchen y procurarnos un futuro más brillante.

Cuando era un joven mortal cuyos mayores momentos placer era yacer con mujeres del pueblo, beber hasta bien entrada la madrugada, robar caricias indecentes a pobre diablo llamado Nicolas y adentrarme en el bosque a cazar para alimentarme, así como para labrarme cierta reputación en mi familia, tuve momentos muy reveladores. Pasé por distintas etapas en las cuales descubrí la fuerza de mi tenacidad, mi capacidad de superar mis miedos y mayores desgracias, para darme aliento hasta superar cualquier cosa. Sin embargo, la vida son retos constantes y momentos inoportunos que te pueden hundir tu meteórica carrera.

Tuve que aceptar el ser convertido a la fuerza, pero ya no odio al ser que me creó. De hecho creo que estoy bastante agradecido por su elección. Él me dio una oportunidad increíble. Ahora que he vuelto a comunicarme con él, aunque sólo sea con su espíritu, me siento aliviado e incluso emocionado.

Después de la gran aventura que he vivido. De poder escuchar a los espíritus y al Germen Sagrado, el cual llevo en mi interior como si fuese una reliquia, puedo decir que no me siento condenado. He vivido años desgraciados cubiertos de un sin sabor, de una amargura y unas experiencias poco placenteras. Creí que ya lo sabía todo y comprendía el mundo que me rodeaba. Había alcanzado, según yo, todos los límites establecidos. Sin embargo, me equivocaba. No hay límites salvo aquellos que nosotros mismos nos imponemos.

Hay que aprender a convivir con otros igual que convivimos con nuestras desgracias, victorias y sensaciones. Debemos dejarnos llevar por la vida, pero no permitirle que ella dicte nuestros pasos. El destino lo fabricamos con nuestras manos y pisadas. Nosotros somos algo más que un peón sobre el tablero, pues incluso el más débil, en apariencia, de todos puede ser nombrado rey y liberar a todos de la oscuridad que recaía sobre sus hombros. Existe la libertad, pero tiene un precio caro. Del mismo modo que existe la felicidad, aunque cuesta encontrar el camino.


He llegado a ésta maravillosa conclusión dialogando con Amel. Hemos estado conversando durante días. Disfrutamos de pequeñas charlas que quedan suspendidas en el aire cuando deseo desenvolverme por las abarrotadas ciudades, sentir la presencia de alguno de mis viejos compañeros o beber hasta saciarme de una de mis víctimas. Me comporto como el muchacho que fui. Poseo aún la curiosidad y la rebeldía de un joven que trota entre los montes cercanos a su frío hogar. He echado raíces y son más profundas de lo que pensaba. Creo que al fin puedo considerarme sabio, aunque no soy un coloso. Todavía queda mucho que desvelar y aprender. Me queda mucho por vivir.  

Lestat de Lioncourt 

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Lestat de Lioncourt