Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

jueves, 28 de mayo de 2015

Días dorados

Para muchos nuestras raíces son importantes, pero se agudiza cuando nos sentimos solos. Mael quizás se siente solo, sobre todo cuando todos le damos por muerto. 
Lestat de Lioncourt


Recuerdo la hierba rozando la punta de mis dedos, tan crecida como verde, mientras mis ojos miraban con esperanza un nuevo amanecer. Era un niño cuando comprendí que debía luchar y jamás rendirme. Nunca redimí mis miedos, pero jamás acepté que destrozaran mis ambiciones. Me convertí en druida y guerrero. Debía saber pelear, pero también escribir poesía y cánticos a los dioses, espíritus de los bosques y creencias que mantenía con fervor en mi corazón. Mi alma aún tiembla pensando en la bondad de aquellos días, en lo salvaje que era y lo libre que parecía pese a las cadenas impuestas. Tenía una cultura rica como los frutos que recogíamos de los árboles y pastoreábamos nuestro ganado con la única ambición de alimentarnos.

Por las noches, cuando menos acogedor era el mundo, se encendían grandes fogatas y nos reuníamos entorno a ellas. Allí nos alimentábamos conversando, bailando, cantando y entonando plegarias a la naturaleza y la guerra misma. Recordábamos mejores tiempos, pero no podíamos hacer nada salvo luchar. Sobre todo cuando llegué la edad adulta, cuando debía encontrar una mujer adecuada y ser bendecido por la vida. Sin embargo, jamás encontré un corazón apropiado al mío. Nunca hallé el sosiego en una mujer. Sólo me encontraba en calma entre los grandes y robustos árboles, allí donde yacían nuestros dioses y sobre sus raíces a tallar.

La vida era buena. Parecía que siempre seguiría siendo así hasta el fin de mis días. No me importaba. Me sentía vivo y la calidez de los míos, así como su robustez, me hacían sentir apreciado por sus palabras firmes y agradables. Estaba agradecido por ser celta y me sentía orgulloso. Sentía cierto miedo y preocupación a ver mi cuerpo arrodillado ante Roma. Temía que perdiéramos nuestras costumbres y aceptáramos las suyas. No me interesaban sus lejanos dioses, sus hermosas calzadas y sus robustas construcciones. Yo era feliz cabalgando, tomando frutos silvestres y comiendo cordero o conejo alrededor de un fuego.

Esos días se fueron para no volver. Sin embargo, en mis sueños aparecen brillantes y maravillosamente perfectos. Sueños que logran curar mis heridas en mi alma y en mi cuerpo. La tierra me acoge y me arrulla. mientras puedo ver los árboles creciendo hacia el infinito estrellado que es el cielo nocturno.  

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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt