Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

sábado, 2 de mayo de 2015

Tira y afloja

He discutido mil veces con él y aún creo que tenemos cientos de temas pendientes. Es como un tira y afloja que jamás termina. Ambos nos miramos con dureza, decimos palabras hirientes y después nos arrepentimos porque nos alejamos. Salimos derrotados. Perdemos por completo la oportunidad de ser felices por una discusión que ni siquiera sabemos como comenzó. Sin embargo, cuando se encuentra sentado en la biblioteca, ojeando alguno de los libros de poesía que yo mismo le he regalado, veo en él el hombre del cual me enamoré perdidamente en mitad del caos de una taberna.

Vi en él la desesperación de Nicolas, su afán destructivo y como incitaba a todos a terminar con él. Recordé que no pude librar de sus demonios a quien fue mi amado violinista, mi amigo y compañero de correrías, el amor de mi juventud reciente y el único ser que me ha visto llorar frustrado arrojado en el suelo de nuestra cochambrosa boardilla. A su lado me sentía ave y podía surcar los cielos parisinos, subirme en los tejados como un maldito gato y escuchar su violín a mi lado arullando el hambre atroz que ambos poseíamos. Siempre supe que nuestra historia tendría un final trágico, pero jamás pensé que sería tras un largo silencio, un portazo y tanto odio. Nicolas no aceptó la vida que yo le ofrecí, pero tampoco la Sangre le dio la felicidad que él deseaba hallar. Quiso encontrar esa luz que se hallaba en mi interior y, sin embargo, se perdió por el camino.

Louis era similar. Poseía esas facciones sensuales y carnosas que siempre me han atraído en los hombres. Tenía unos ojos verdes que me recordaban a la esperanza, a Dios mismo y toda su corte influyendo irremediablemente en la fortuna humana, pues él buscaba la fe y la fe estaba en él pese a encontrarse presa de mil demonios. Por mi parte yo ya no creía en nada. La bondad y la malicia siempre fueron meras palabras y argucias de unos y otros. Jamás soporté las plegarias a los santos y las mentiras de los versículos bíblicos. Cuando comprendí la escritura y pude leer cientos de libros, algunos prohibidos, supe que jamás aceptaría un camino hacia el cielo. Si existía Dios estaba condenado y el Demonio me aguardaba con los brazos abiertos, cosa que por un tiempo pensé que así sucedía. Sin embargo, eso es otra historia. La historia fundamental es la nuestra. París fue la semilla, pero él terminó siendo el fruto.

Adoro ver como su ceño se frunce, sus ojos brillan como un felino acorralado y se alza poderoso con toda la furia posible. Me excita ver sus labios abiertos en una exclamación de rabia, pero también sé que esa rabia terminará abofeteándome y clavándose en mi corazón. No tengo remedio. Pero eso es lo que me gustó de él. Pese a estar vencido frente a todos, incluso frente a sí mismo, tenía un poder dormido que le avivaba y le ofrecía un aspecto distinto.

Creé a un hermoso monstruo porque lo amaba. Amaba cada expresión, palabra y acto. Quería al filósofo maldito que se hallaba en su alma, medio dormido y medio despierto, buscando el camino a casa. Pero no hay ninguna casa. No hay hogar para nosotros. Aunque he intentado hallar uno, darle un emplazamiento, sé que no puedo vivir aislado en un castillo como los viejas leyendas románticas de vampiros. No puedo reinar desde la lejanía. Tampoco sé si deseo ser el príncipe o monarca que todos quieren que sea. Sólo deseo danzar como un demonio alrededor de Louis, escuchando sus quejas y jactándome de todo lo que dice como si insuflase en mí un poco de vida. Me gusta hallar el límite del amor y el odio, cruzarlo y volverlo a pisar con un beso desgarrador como un grito de muerte.


A veces soy capaz de doblegar mis instintos y me aproximo a él, manso como un cordero, para rogar disculpas mientras aparto sus cabellos hacia un lado, beso su cuello y le rodeó como si fuese lo último que pudiese hacer en éste mundo. Pero en otras ocasiones el portazo es más placentero. Pues sé que él acabará regresando a mí con cualquier excusa. Temo el día que eso no ocurra, pero sigo haciéndolo. No se puede enseñar trucos nuevos a un perro ya demasiado viejo.

Lestat de Lioncourt   

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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt