Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

viernes, 19 de junio de 2015

Amor de padre, odio de hija.

—Descubrí la maldad del fondo de tu corazón y la hice mía. Contemplé el orgullo en tus ojos, asimilé tus sonrisas turbias y caminé con la elegancia de las mujeres que tanto adulabais. Me convertí ante vosotros en una muñeca perfecta, pero en realidad estaba tan maldita como las harapientas que usaban para el vudú. Para vosotros era vuestra hija, pero para la oscuridad era una asesina más—decía aquello sentada en el elegante sofá de aquella salita.

Había estado viéndola durante varias noches en el hospital. Fue terrible para mí volverla a encontrar, aunque ya sabiéndome menos frágil. Ya no era un humano más, sino el vampiro que siempre fui. Sin embargo, tenía miedo. Me daba miedo verla así, tan real. Era ella, jamás dejó de ser ella, y a la vez no era más que humo, recuerdos y dolor. Quería huir, no escucharla y abandonarla a su suerte una vez más. Debí haberlo hecho. Abandonarla la primera vez, dejándola allí moribunda y olvidarme de su piel pálida y febril. Pero ni antes ni en esos momentos pude hacerlo. Permanecí de pie apoyado en el marco de la puerta. Crucé mis brazos a la altura del pecho y dejé que siguiera.

Aquella noche había elegido unas prendas similares a las que yo había usado en otra época. Los jóvenes se divertían usando vestimentas estrambóticas, muy elegantes para mí, y yo recurría a ellas. Llevaba mi levita con camafeos de las musas y disfrutaba de mi camisa de chorreras. Pero aquella noche esa ropa me hacía sentirme en otro tiempo, el tiempo en el cual se fraguó nuestra leyenda y odio.

—Era hermosa, ¿no es así?—dijo mirándome directamente a los ojos. Un ligero escalofrío recorrió todo mi cuerpo—. Mis tirabuzones dorados te recordaban a tus rizos enmarañados, salvajes como la melena de un león, y atados a duras penas aunque con gracia. Mis ojos, tan profundos y celestes, podían ser un paraíso envenenado que muchos veían cargados de inocencia, frágiles lágrimas y terribles tormentos infantiles. Esa voz, esa que te llamaba con malicia, recitaba los poemas favoritos del inútil de tu amante—apreté la mandíbula y mis puños. Me sentía incómodo—. Los dos, tú y él, os convertisteis en unos patéticos remilgados que buscaban su propia felicidad. Sin embargo, ¿y la mía? ¿Acaso creías que yo era feliz siendo una niña?—preguntó.

—En absoluto—respondí—. Pero, de forma egoísta, nosotros lo éramos teniéndote a nuestro lado. Te reteníamos, te apretábamos con las rejas de nuestros dedos, y te convertimos en presa de nuestros deseos. Jamás pensamos en ti, lo reconozco. Fue mi culpa, no suya. Hazme el favor de no meter a Louis en todo esto—ella se echó a reír cuando comprendió que intentaba alejarla de mon ange, sin embargo era imposible. Deseaba destruirlo, pero daba gracias que él fuese incapaz de verla, escucharla y poder tenerla presente como yo la tenía.


—No te dejaré descansar—respondió antes de desaparecer.

Lestat  de Lioncourt 

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Lestat de Lioncourt