Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

martes, 16 de junio de 2015

El amor que yo te tenía...

Armand y Marius jamás tendrán una vida tranquila y conjunta. Estoy seguro.

Lestat de Lioncourt

Te convertiste en un sueño perdido. Quizás un milagro que jamás debí aceptar. Dejé que todas mis esperanzas se convirtieran en cenizas y se esparcieran por el viento, más allá de nuestros recuerdos y promesas rotas como espejos malditos. Me transformé en una amalgama de colores en tu paleta, en una muestra más de tu dotado arte con el pincel y el lienzo, mientras el mundo yacía a oscuras convirtiéndome en una luz tenue que rechazaste. Preferías regocijarte en tu rencor, el odio paupérrimo y las viejas aventuras de un corazón cargado de lastres. Tal vez yo no era importante. Tan sólo una idílica imagen de un ángel caído orando por sus pecados. Sí, quizás sólo era eso. Era parte de tus musas, tu arte, tu legado convertido en fuego y lágrimas de sangre, que no quisiste recuperar porque las heridas en tu orgullo y tu ego eran terribles.

Por mí jamás has luchado. Siempre has sido miserable y deshonesto conmigo. No confiabas en mí. Jamás me tuviste ese respeto del cual hacías gala y, por supuesto, de forma ingenua yo me creía. Sí, porque tenías ante ti un niño. Tal vez un niño salvaje, dotado de alas cubiertas con el incienso del dolor y la tragedia, pero un niño al fin y al cabo. Tenías ante ti a un jovencito que moldeaste con mentiras y promesas vacías, regalos hermosos y olvido. Me olvidaste rápido, aunque se te llena la boca de clamar mi nombre y decir que aún soy tuyo. ¿Realmente crees que tú eres mi dueño? No mereces ser mi dueño, Marius.


El maestro de las pinturas me enseñó a no creerme sus palabras. Ni uno de tus miserables discursos llenos de hipócrita bondad y milagros falsos como nuestras vidas. No somos más que ladrones de almas y eso nos condena a un infierno peor que el bíblico. Quizás odias mi frialdad y en lo que me he convertido. Tal vez siempre lo fui y tú sólo rascaste un poco la superficie, el pan de oro de una escultura terrible, y por eso decidiste abandonarme. Sin embargo, sigo siendo el heraldo que hace la señal de cruz en medio de una concurrida iglesia, observa al Señor y ruega por su alma impía. No he dejado de creer en el bien y en el mal. Y tú, querido maestro, eres el mal porque contaminas mis días amables con tus mentiras.  

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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt