Jesse espera ver a Mael. Yo sé que Marius, muy en el fondo, también.
Lestat de Lioncourt
Siempre me vi esclava de mis poderes.
Tuve que aceptar desde que era una niña la verdad que me rodeaba,
una verdad más oscura y terrible de lo que jamás podía haber
imaginado realmente. Me convertí en una marioneta para aquellos que
habían quedado esclavos de un mundo distinto, pero a la vez similar
al nuestro, que esperaban ansiosos que alguien les escuchara.
Te recuerdo a ti, Mael. Un hombre
imponente en estatura, de cabellos casi blancos, ojos de apariencia
fría y una sonrisa bucólica que parecía borrarse con facilidad.
Siempre concentrado en tus pensamiento, crítico con todo lo que te
rodeaba y contigo mismo, con unas ropas sencillas y unos gustos aún
más simples. Sentado frente a la hoguera, tallando, mientras
hablabas de un pasado que parecía haberse borrado por completo. Te
escuchaba fascinada. Olvidaba por completo el dolor que siempre ha
pesado sobre mí, como una siniestra losa, que me aplastaba.
Te extraño. Sé que no puedes estar
muerto. La vida no ha podido borrarte de un plumazo. Siento que estás
ahí, observándome en algún lugar, esperando volver a mí para
abrazarme como si fuese tu hija. Quizás soy un pedazo de ti, como yo
soy un pedazo de ti. Cada uno dejó su impronta en el otro. Lamento
haberte hecho llorar tantas veces, ofrecido tantas preocupaciones y
provocado que te enfurecieras contigo mismo por no saber cuidarme.
Fui una estúpida. Aún así, jamás podré dejar de pensar en ti
como el hombre serio, culto y salvaje que me enseñó a seguir mis
instintos y ser consciente del mundo en el que vivía.
No hay comentarios:
Publicar un comentario