Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

martes, 18 de agosto de 2015

Dispares e iguales

—Háblame de ti—dije al fin rompiendo el hielo.

Sus ojos eran tan parecidos a los míos que me paralizaron. Sentí un profundo amor desde la primera vez que logré contemplarlo. Era un muchacho atlético, con un porte muy parecido al de mis hermanos mayores y al mío. Sin duda era hijo mío. Veía en él todo lo que yo no había logrado ser. Poseía una esmerada educación, unos modales excelentes y no parecía ser un joven temeroso de vivir. Era mi viva imagen, como se suele decir vulgarmente a los parecidos casi exactos entre dos personas. No podía negar que era mi hijo y él no podía negar que era yo su padre.

—¿Quieres que te hable de mis estudios?—preguntó jugueteando con el último botón de su camisa. Había decidido vestir algo más informal, aunque seguía con el suéter oscuro sobre sus formidables hombros y la camisa era de una conocida marca de ropa, la cual era bastante exclusiva. No era un muchacho común. Fareed había hecho de él a un joven disciplinado en los estudios y sibarita hasta el más mínimo detalle. Su madre le había dado un amor indecible y un cuidado delicioso al criarlo sin problemas o miedos, salvo el impedimento que tenía hacia los espacios cerrados y oscuros.

—De eso podemos hablar más tarde—susurré—. He podido saber algunas cosas de ti, pues no has cerrado tu mente para mí—murmuré recostado en aquel elegante y cómodo sillón del escritorio. Me regodeaba y complacía estar en una biblioteca tan magnífica. Era la biblioteca francesa de Armand. Una biblioteca excelsa en hermosos volúmenes de autores clásicos y obras que han revolucionado el mundo. Mis escritores favoritos estaban allí y eso me complacía. Aunque también había libros de medicina, ciencia, filosofía y astronomía.

—¿Qué deseas saber?—murmuró clavando sus ojos en los míos—. No lo comprendo...

—¿Me odias? Te defraudé al no venir aquella primera noche, lo sé—me incorporé de inmediato acercándome a él, para sentarme al lado suya en la silla vacía que estaba a pocos centímetros de la que él ocupaba—. Viktor, mi hijo, mi criatura... tú eres parte de mí. Eres algo tan valioso como especial, pero aún así no he sabido demostrarlo.

—Viniste a la ciudad porque supiste que estaba en ella, ¿eso no te hace ser un buen hombre?—preguntó sin malicia. Realmente decía lo que pensaba y era un libro abierto. Sus expresiones eran similares a las mías y eso era un prodigio de la genética.

—No lo sé, ¿qué opinión tienes al respecto?—deseaba tocarlo, pero me contenía. Quería ver si era real. Necesitaba estrecharlo una vez más, sentir esa colonia fresca y agradable que solía usar, y percibir la calidez de su cuerpo. Un joven de diecinueve años, el cual me rebasaba por algunos centímetros y tenía una constitución mejor formada que la mía a sus años. Podíamos decir que éramos hermanos.

—Eres el vampiro más famoso de todos los tiempos. Miles desearían ser hijo tuyo, ya sea de forma genética o por medio de La Sangre—contestó con elocuencia, para luego echarse a reír—. Pero te veo y no veo tanta grandeza. Sólo veo a un hombre que posee una curiosidad innegable y una capacidad increíble para salir de todos los atolladeros. Eres rebelde y eso me agrada, pues no me gusta que nadie me imponga sus ataduras o pensamientos. Cuando leía sobre ti parecías más lejano, como si nada ni nadie pudiese alcanzarte, y que toda esa grandeza te daba un aire imposible. Pero no es cierto. Puedes llegar a ser tan similar a mí como distinto. No eres una leyenda de un libro, sino alguien real que puedo palpar. No estamos muertos, poseemos un alma y esa alma tuya es impredecible—me tomó de las manos y las puso en su rostro—. Somos muy parecidos, ya lo dice siempre Fareed, pero a la vez somos muy distintos. Ahora somos dos extraños, pero espero que pronto seamos algo más que un padre y un hijo. Las relaciones con los padres pueden llegar a ser tensas e imposibles, pero yo no quiero discutir contigo. No deseo que te alejes de mí ahora que estás a mi lado. Fareed y tú sois mis padres, pues ambos me habéis dado la vida que ahora poseo.


Me eché a llorar. Era mi hijo. Un hijo que debía conocer y proteger, el mismo que estaba enamorado de mi pequeña Rose. Ambos formaban una pareja encantadora y yo me sentía hundido en la felicidad, a pesar que aún había cosas que debía solventar. 


Lestat de Lioncourt

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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt