Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

lunes, 3 de agosto de 2015

No tenemos remedio

Louis es a veces terrible, pero yo también. No tenemos remedio.

Lestat de Lioncourt 


—Te vas...—fue lo único que logré decir tras un largo silencio.

Estaba allí de pie en mitad de la biblioteca. Pose una pose digna de un dios. Sus largos cabellos rubios caían sobre sus hombros, rozaban sus mejillas y le daban el aspecto de un imponente león. Parecía un ser salvaje, aunque todos sabíamos que era un refinado sibarita que escogía con cuidado todo, inclusive sus víctimas. Vestía su mejor levita, la roja entallada, y unos pantalones de vestir negros, muy elegantes, que caían con gracia sobre sus lustrosas botas. Parecía realmente un príncipe, pero no dije nada sobre ello.

Durante varios días habíamos discutido incansablemente. Él parecía agotado. Yo estaba al borde de un ataque de nervios. Deseaba decirle tantas cosas que era imposible organizar mis palabras, mi mente, mis necesidades y sentidos. Quedé de pie, como he dicho, en mitad de la biblioteca permitiendo que el libro cayera a mis pies. Comencé a llorar de inmediato, sin poder evitarlo, mientras todo mi cuerpo se agitaba.

—Louis...—hubo un cambio drástico en su pose seria, casi pensativa, a una intranquila e incluso desesperada.

Se aproximó a mí y me tomó entre sus brazos. No le importó que manchara el cuello de su camisa blanca. Posé mis labios sobre su cuello, cerca de su bocado de adán, mientras me aferraba a él. Detestaba saber que huía de mí, que se marchaba de mi lado, y temía que fuese la última vez que nos viésemos. No quería separarme de él, pero había cometido muchos fallos. Mis equivocaciones le habían hecho daño.

—Sólo necesito unos días lejos de aquí, además vives bajo mi techo—dijo acariciando mis cabellos negros, enredando sus largos dedos en mis ondulas, mientras prácticamente reía bajo. Era un maldito demonio. Adoraba tenerme así—. Discúlpame si me río, pero me marchaba porque David necesita mi ayuda en un asunto. No me iba por nuestras discusiones—murmuró tranquilizándome—. Te amo. Olvidemos lo que ha ocurrido.


En ese instante me desperté sobre saltado. Me hallaba en la biblioteca. Él estaba allí. Me había quedado dormido llorando. Estaba inclinado sobre mí, arrodillado cerca del diván donde me había recostado, y antes que pudiese algo, por simple que fuese, me besó. Ese beso me despertó a una realidad mucho más amable que mis terribles pesadillas.  

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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt