Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

lunes, 3 de agosto de 2015

Archivo Talamasca: Raglan

Los misterios se unen. David y Daniel están unidos en ésta ocasión a desvelar los misterios que hay en el mundo. La próxima semana Gremt estará en la radio.

Lestat de Lioncourt

Por primera vez escuchaba las voces de fantasmas y espíritus. Jamás había tenido la posibilidad de encontrarme con uno de ellos. Nunca había podido conversar con seres tan extraordinarios como temibles. Otros compañeros habían logrado hacerlo, por eso mismo me sentía tan entusiasmado. David se hallaba a mi lado, manteniendo una ligera, aunque tensa, sonrisa. Podía notar en él cierta expectación, aunque también dudas y deseos. Creo que jamás he visto a un hombre tan apiadado por el sufrimiento que contemplaba. Aquel ser se lamentaba en un extremo de la vieja biblioteca de la antiquísima mansión de los Talbot en el norte de Inglaterra.

—Ocurrió todo tan rápido...—murmuró abrazado así mismo,

No podía ver bien su rostro, pero escuchaba con nitidez su voz. Apenas apreciaba su boca, pues la oscuridad era persistente. Tan sólo estaba encendida la lámpara de metal del escritorio, la cual iluminaba una serie de documentos escritos con una rubrica frenética y poco más. La pluma estaba en el suelo, apenas era apreciable pese al poder de mis ojos vampíricos. Aquel ser me turbaba, provocando que no pudiese concentrarme en los detalles.

—Es inquietante encontrarte aquí—respondió David, apartándome del campo visual de aquel ente.

Quedé tras los anchos hombros de mi compañero, el cual me rebasaba en altura por escasos centímetros. Observé por encima de su hombro derecho la imagen desvirtuada de aquel delgaducho espectro. Poco a poco tomó mayor fuerza y apareció ante nosotros como un hombre de unos sesenta años, cabello cano, ojos verdes oscuros y rostro arrugado. Caminaba algo desgarbado, pero con una elegancia típica de hombres que han vivido una vida plena y han adquirido cierta notoriedad en sus círculos.

—Raglan, ¿qué quieres? No permitiré que hagas trucos sucios—expresó con rotundidad.

Ese nombre me sonaba, pero no eché cuenta de quién podía ser hasta que aquel espectro volvió a llorar. Él había sido quien robó el cuerpo de Lestat. Aquel ser delgado, pálido y lleno de arrugas era quien intentó, por todos los medios, quedarse con los poderes y privilegios del cuerpo de quien ahora era nuestro líder.

—Piedad...—murmuró lanzando los papeles a los pies de David—. Quiero pertenecer a la orden otra vez, deseo que dejen de perseguirme los otros espíritus y encontrar la paz. Quiero encontrar la paz...—temblaba horriblemente y se convirtió en un borrón que acabó desapareciendo.

En los papeles se hablaba de otros espíritus, menos amistosos que los conocidos, que estaban intentando atacar para dominar las sombras, esas mismas sombras donde nosotros nos movíamos, para lograr alcanzar un cuerpo y escuchar al huésped, o mejor dicho al propietario, lejos de su cárcel de huesos, piel y carne.

El viejo director de la Talamasca no dijo nada. Tan sólo recuperó los documentos y los dobló. Habíamos ido a su vieja biblioteca porque había sido invitado, por el actual mayordomo, a viajar insistiendo que algo, o alguien, visitaba la mansión sin levantar sospechas ni hacer sonar alarma alguna.

—Hablaremos con Gremt—susurró.

—¿Cuándo?—hablé al fin.


—Él será nuestro próximo entrevistado...  

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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt