Goblin me recordó mucho a Amel cuando codiciaba la sangre, pero también codiciaba algo más. Quizás él deseaba tener un cuerpo.
Lestat de Lioncourt
Tú. Tú y la oscuridad. Tú y el amor.
Tú y la vida. Tú y la sangre. Sólo tú. Tú y nadie más. Pensabas
que eras especial, único, maravilloso, perfecto y gentil. Tú eres
mi asesino, mi hermano, mi único amigo y el capricho por el cual yo
sigo aquí. Mírame. Somos iguales. Soy tu reflejo perverso, ¿o
quizás eres tú el más perverso de los dos?
Mírame. Lee la pantalla y mírame.
Estoy aquí encerrado en un mundo distinto y frío, tan frío como la
frivolidad de tus elegantes paseos por la ciudad. A ti te dieron
todo, pero a mí sólo me ofrecieron un último beso antes de meterme
en una pequeña tumba. Sólo soy huesos, Quinn, y tú tienes una vida
por delante. ¡Una vida eterna! Te odio. Maldigo todo lo que eres,
pero a la vez te amo. Es un vínculo que no podemos romper. Tú y yo
somos lo mismo, pero a la vez somos algo distinto. Me duele.
Tal vez no tengo un cuerpo, pero poseo
sentimientos. Soy un alma errante por medio del pantano. Escucho el
chapoteo de los caimanes, esos que tanto adora la perversa y
sentimental de tu creadora, los cuales devoraron el cuerpo de nuestra
madre. Ella sí me quería. Tú me despreciabas. Tú me odiabas. Tú
eres peor que yo. Ni siquiera te diste cuenta que ésto podía
ocurrir. He decidido irme con ella, con esa mujer que me abraza y me
llama angelito, porque tú eres un demonio y vivir a tu lado es un
infierno.
Sólo quería que me amaras como yo te
amaba, pero tú sólo buscabas excusas para alejarme. ¿Qué mal te
hice yo? Sólo te tenía a ti y tú tenías todo. Eres un
privilegiado. Yo sólo soy un mendigo. Te odio, te odio, te odio y te
odio. Te odiaré siempre, pero a la vez te amaré porque somos lo
mismo. Somos el uno para el otro. Hoy me voy, te dejo libre, pero
recuerda mi presencia pues yo jamás te olvidaré a ti.
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