Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

miércoles, 21 de octubre de 2015

Tú, yo y miles de sentimientos

Nicolas... ¡Estuvo en mi castillo!

Lestat de Lioncourt


“Recuerdo el llanto de su violín cada noche. Tengo presente las conversaciones que nos dedicamos como si hubiesen ocurrido ayer mismo. Es complejo recordar tan bien algunos hechos, y otros enterrarlos en el olvido como si nunca hubiesen ocurrido. Quizás tengo memoria selectiva o tal vez es Amel que juega con mi mente provocando que los fantasmas aparezcan, se paseen frente a mí y compartan conmigo viejos secretos. Aquí, sentado frente al fuego, me pregunto si sufrió en sus últimos momentos y reescribo la historia mil veces, paso por paso, volviendo a París para aferrarme a él antes de su juicio final. Se convirtió en cenizas, humo y astillas de violín bajo los pies de unos reyes de mármol, poder y eternidad.

Se marchó sin despedirse realmente. Tan sólo dejó un legado que terminó como él, en las llamas, en mitad de una noche fría y turbia. Sus obras no se reescribieron más, ni se representaron ante mis ojos, pero fueron las tortuosas maravillas que Louis pudo observar aquel día junto a nuestra pequeña. Hablaban de sueños, miedo, inocencia perdida, muerte, destrucción, caos en un infierno de adoquines y estrellas vacías, bohemios sentimientos sobre política, la danza macabra de los ríos de almas, codicia, piedad infame, enfermedades atroces, marionetas hechas de sueños imposibles y príncipes vendidos a su destino. Hablaban de él, del páramo oscuro donde se encontraba como un cuervo graznando, y de mí. Sobre todo hablaban del vacío oscuro que había dejado en su pequeño, el cual fue engullendo a su alma llena de matices y luz propia. Se creía oscuro, perverso, villano de villanos y sólo era un pobre diablo intentando seguir soñando.

Si pudiese alcanzar un minuto de paz, con el certero conocimiento de su libertad y su felicidad allá donde se encuentre su condenada alma, sería feliz. Sin embargo, sé que sufre. Un ser sensible, pero lleno de heridas, no puede ser feliz en mitad de la oscuridad cegadora ansiando, posiblemente, un candil para seguir el camino que creyó desear abandonar. Me pregunto si en algún momento podré cruzarme con su fantasma, con el ser que ahora es, y abrazarlo del mismo modo que lo he hecho con otros vampiros que han conseguido un cuerpo creado con poder, luz y tiempo. Él era mi violinista, el violinista que creé con cada caricia salvaje y destructivo beso. Me convertí en su verdugo, fui quien apiló los troncos y encendió la hoguera aunque me encontrara en el Cairo.

Todavía parte de mí lo ama. Aún hay un trozo de mi alma que ansía reconciliarse con la suya.”

El papel se hallaba entre sus delgados y largos dedos. Sus viejas uñas largas, perfectas para tocar el violín únicamente con sus manos desnudas, acariciaban la hoja arrugada de letra cursiva y elegante. Era la letra de Lestat. Una letra hermosa, llena de misterio y pasión. Cuando lo conoció no sabía leer, escribir o hacer una cuenta sencilla. Sin embargo, quería ser actor y discutir sobre política, religión y toda la filosofía que pudiese admitir su alma. Codiciaba saber y él codiciaba a Lestat. Amó a ese estúpido noble arruinado, el cual se paseaba por el pueblo con sus piezas de caza al hombro y sonriendo eufórico hasta la taberna, hasta el fin de sus días. Pero, sus días no tenían fin. Aún lo amaba, del mismo modo que lo aborrecía y lo odiaba.


—Lestat, Lestat... ¿no creaste a ese pánfilo porque te recordaba a ti? ¿No fuiste mecenas de un pianista arruinado y desheredado de toda su fortuna? Ah... pequeño mío... ¡Tan bonito, idiota e iluso como siempre!—dijo tirando el papel al suelo, para luego caminar por la habitación observando los libros colocados con dedicación en cada estantería, las hermosas esculturas y el cómodo diván, así como el hermoso escritorio de roble con patas de león. Lo observaba deleitándose con la belleza de las cortinas, las vidrieras y todo lo que allí había. Respiró profundamente y se desvaneció suavemente.  

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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt