Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

miércoles, 11 de noviembre de 2015

Dos mitades de una historia

Louis me ha regalado las siguientes palabras... ¡Oh! ¡Mon amour, siempre tan adorable! Soy idiota, pero soy tu idiota. Recuerda que no puedes vivir sin mí y yo no sé vivir sin ti.

Lestat de Lioncourt


Los jazmines estaban sobre la mesa, en un jarrón de cerámica azul que yo mismo había comprado. Había recogido algunos por la ciudad, en mi patético encuentro con la miseria y los recuerdos. Me agobiaba estar allí, pero me parecía más que necesario. Por casualidad había hallado un refugio lúgubre, pacífico y algo húmedo. Iluminaba todo con unas velas ligeramente gruesas, muy similares a los cirios que se suelen ver, aún hoy, en las iglesias. Con una cajetilla de fósforos iba iluminándolos, dejando que se consumieran del mismo modo que mis horas.

Recluido allí, entre viejos manuscritos de mi puño y letra, imaginaba las aventuras que no había logrado vivir, saborear ni ir a su encuentro. La pena aún tañía en mi garganta y a veces, sin desearlo, sollozaba. La maldad que yace en mi corazón, tan oscura como profunda, es similar al amor que fluye en cada recóndito lugar de mi alma. Soy una dualidad extraña, un monstruo perfecto para muchos.

Poseía novelas antiguas, algunas han logrado animarme hasta el borde de la risa frenética y extraña y otros, como no, han hecho que añore tiempos pasados. En mi escritorio yacían ensayos sobre diversas obras, confusos pensamientos acerca de las nuevas tecnologías y lo importante que era para mí el cine. Pero mi rincón favorito era un sillón de cuero, algo raído aunque muy cómodo, donde me sentaba cerca de una pequeña chimenea que parecía vencida, a punto de caer ladrillo a ladrillo.

Siempre he tenido grandes inversiones, viviendas ofrecidas por viejos amigos y adquiridas por mero capricho, pero nunca me he sentido cómodo. Ni siquiera estoy cómodo en la vieja casa que nos perteneció, en aquella avenida llena de vida y recuerdos, donde Claudia se ha aparecido tantas veces. Por aquel entonces todavía estaba cerrada, llena de viejos enseres y polvo. Podía haber ido, limpiado todo y adecentado sus muros. Pero no. Tomé la decisión de ser huraño, como un gato callejero, y encerrarme en los profundos y siniestros pensamientos que cada noche, incluso a día de hoy, vienen a buscarme como temibles fantasmas.


Aquella noche sabía que algo no iba bien. Mi instinto me decía que Lestat había cometido otra estupidez, quebrando una regla no escrita y provocando que mi corazón sufriera. Así fue. Él apareció dentro de un cuerpo nuevo, humano y frágil, que no reconocí. Me abalancé sobre aquel sospechoso, pisé su cabeza y escuché sus quejas. Era él, el idiota que tanto amaba y detestaba, rogándome que lo dejara vivir y le ayudara.  

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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt