Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

martes, 15 de diciembre de 2015

El monstruo que soy

Khayman mostró quien era en éstas líneas y Jesse me las ha hecho llegar.

Lestat de Lioncourt


La humanidad es extraña. He visto cambiar el clima poco a poco, al igual que los rostros de las ciudades y las esperanzas que se aguardan más allá de la alcoba. Durante estos largos siglos he escuchado palabras vacías, pero también guerras vacías y revoluciones carentes de espíritu. El poder del dinero compra todo, salvo algunos sentimientos puros como el amor o el respeto. Puedes imitar lo que sientes, pero no puedes sentirlo ni demostrarlo con cada parte de tu cuerpo, con cada gesto sencillo y cada pensamiento puro.

No es bueno echar la vista atrás siempre, pero ocasionalmente me siento en las desoladas bancas, escaleras o fuentes de los parques. Suelo viajar demasiado, así que no importa el país o continente donde me encuentre. Sólo me siento y medito mirando las estrellas, las cuales parecen ahora más desgastadas que cuando era tan sólo un guerrero mortal.

Cuando era un niño solía divagar sobre los dioses, espíritus y poderes que se ocultaban en la noche, la música transcendental de la naturaleza y la fascinación que tenía hacia todos nosotros, los humildes y pecadores mortales. De fondo siempre escuchaba las viejas canciones de mi madre, acunando a mis hermanos menores, y a mi padre intentando transmitir sus verdades a mis hermanos mayores. Finalmente, cuando entré en el ejército, pocos de mis hermanos estaban vivos, mi madre murió mucho antes que yo pudiese tener algo de vello en la cara y mi padre poco después de ser ordenado general. Sin embargo, seguía mirando las estrellas cuando acampaba con el resto de mis compañeros, a los cuales consideraba algo más que amigos y aliados.

El ser humano está desesperado y desbordado. Ha dejado atrás parte de su alma por un pedazo de territorio al que llamar hogar, ha puesto vallas enormes para que otros no pueda contemplar sus muros, ha electrificado éstos para que la soledad sea la única que pueda reinar con su avaricia, ha aceptado guerras aún más injusta que las antiguas, come alimentos que están envenenados y no muestra empatía hacia aquellos que sufren escasez. El mismo ser humano que no quiere mirar atrás ni un segundo, que no es capaz de resistir los argumentos de otras culturas u opiniones igual de válidas que la suya, que se enfrenta a los hechos históricos y niega a los jóvenes un futuro mejor porque codicia demasiado. Vivimos en un mundo de gente extraña que desconfía demasiado. Personas que no saben darle voz a los que desean un mundo distinto, porque no es su pensamiento. La política, los gobiernos y empresas, han corrompido el alma de los soñadores y desechado a los que soñaban con alas para volar lejos de los muros. El ser humano se ha convertido en su propio enemigo, provocando por otro lado que los pocos hombres con alma pura, que siguen intentando encontrarse consigo mismo y desconfían de su propia filosofía, sean extraños seres que deambulan de un lado a otro sin encontrar un lugar concreto donde descansar.

Hoy redacto éstas palabras en un parque londinense, no muy lejos de uno de sus museos de historia más conocidos, y en una hoja arrancada de una libreta que he adquirido a últimas horas de la tarde. Soy un hombre demasiado blanco, pues parezco una estatua viviente, con el cabello extremadamente oscuro y largo, con ropas de simples y con anillos que recuerdan a los viejos faraones. Disfruto de lo nuevo, lo viejo, los símbolos y lo simple. Estoy aquí, escribiendo mis pensamientos con música fresca, joven y actual recordándome que sigo vivo tras más de seis milenios. Sigo vivo. Es curioso que la palabra “vivo” no se califique a los que son como yo, que sea un mero chiste que te hace sonreír con cierta ironía. Sin embargo, me siento vivo.

10 de Diciembre de 1996




No hay comentarios:

Gracias por su lectura

Gracias por su lectura
Lestat de Lioncourt