Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

jueves, 3 de diciembre de 2015

Recuerdos

—¿Alguna vez imaginaste estar frente a éste cuadro?—su voz, masculina y ajada por el tiempo, resonó con elegancia por la bodega.

Guardé silencio y estuve a punto de llorar. Aquellos rasgos eran tan familiares, tan terriblemente similares, a los que había contemplado horas atrás que me sentí torturado. Los detalles del lienzo, al temple, habían sido realizados con cuidado y entrega. La mezcla era perfecta y el realismo casi mágico. Podía ver las plumas cayendo de sus alas, tupidas y oscuras, abiertas hacia el cielo, como si esperara un milagro, mientras sus lágrimas caían por sus mejillas redondas y llenas. Era Amadeo, no Armand. No había esa siniestra sombra en su mirada, pero sí tristeza y dolor. Podía palpar su alma en aquella pintura.

Había oído hablar de los tesoros de Talamasca, pero jamás me había creído que algo así pudiese quedar frente a mí, desvelado como un pequeño misterio. Di un par de pasos y acaricié el marco, ligeramente polvoriento, y me giré hacia el director de la orden, David Talbot, que me miraba serio y paciente.

—¿Por qué no está en una sala en mejores condiciones?—pregunté ligeramente molesto, como si yo hubiese pintado el cuadro o fuese el modelo—. Merece un lugar mejor que una bodega.

—Está a punto de ser restaurado. En breve lo tratarán para que sea igual de hermoso que en sus mejores días, pues se dañó ligeramente con el fuego—explicó acercándose hasta a mí—. ¿Es la primera vez que ves una obra así?

—No, hace algo más de un siglo lo vi en los muros de Marius—recordé mi novela y me eché a reír—. ¿No lo leíste? Ahí está.

—Sí, pero eran personas que tú no conocías. Eso que ves es un monstruo hermoso, el mismo monstruo que amas y odias a la vez—susurró sus últimas palabras clavándolas a mi corazón.

—¿Quién lo rescató?—pregunté.

—Algún miembro de la orden—explicó sin más restándole importancia a ese héroe.

—Ojalá estuviese vivo para darle las gracias—contesté con sinceridad alejándome de él, cuando me giré hacia un lateral y descubrí uno de mis viejos atuendos—. ¡Mi capa!

—Ah, sí... La conseguimos hace décadas. No se ha conservado como desearíamos, pero...

Me aproximé a la vitrina y, por alguna extraña razón, vino a mi mente sus ojos castaños y su risa de demonio. Vi a Nicolas bailando a mi alrededor, con su violín sonando, mientras mi corazón, estúpido y destrozado, lloraba por las brujas y por él. ¡Qué final más terrible para mi hermoso violinista! Horrible.

Aquella mañana no descansé hasta que el sueño pudo conmigo y tuve que refugiarme. Esa bodega estaba llena de historia, y no sólo de historia referente a mí o a los vampiros. Había tantos documentos, tantos objetos, tanta belleza e información que me sentí embriagado en un éxtasis terrible.




Lestat de Lioncourt 

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Lestat de Lioncourt